domingo, 30 de mayo de 2010

1. No te asomes a las ventanas

Este consejo se hereda en mi familia. Mi abuela se lo decía a mi madre, mi madre me lo decía a mí. Yo no quiero decírselo nunca a mis hijos.

En qué situación lo utilizaban:
cualquiera.
Si te mudabas a una nueva casa, fuera un primero o un décimo.
Si ibas a visitar a un amigo,  aunque viviera en un chalet.
Si ibas de viaje, aunque fueras de camping.
Cuando te despedías al teléfono, por si acaso.

Cuáles eran los motivos:
"La cabeza pesa mucho más de lo que piensas. Si te asomas a una ventana, te puede vencer el peso".
"Una vecina de tu tía Mari, se mató limpiando los cristales. Pobrecita, con dos hijos que tenía. Y lo limpia que era. Por eso se mató, por limpia".
"Se ve lo mismo a 10 centímetros del cristal, que sacando la cabeza por él".

Consecuencias en mi hermana y en mí:
Cuando nos vamos a despedir durante un tiempo o nos vamos de viaje, en vez de decir, cuídate o pásalo bien decimos: "Y no te asomes a las ventanas".

Excepciones únicas en que poder formularlo:
En caso de tornado, huracán, tsunatmi, plaga de langostas y juicio final.