Si te pasas por cualquier cafetería de España por la mañana, lo notas. Más de la mitad de la gente que está en la barra ha recibido este consejo de su madre. Se nota en la tensión, los reflejos... Ahí estamos, según se acerca el camarero con el zumo de naranja en la mano, nos lanzamos como locos a bebérnoslo, que se le van las vitaminas. De un trago. No pienses en nada: es cuestión de vida o muerte. De la fuente de la eterna juventud a un líquido naranja.
Cuándo utilizaba el consejo:
Por las mañanas te asaltaba con el zumo en mitad del pasillo:
-Corre nena, de un trago, que si no, no sirve para nada. Corre nena, que se le van las vitaminas. Deja lo de respirar para luego, el zumo nena, el zumo es lo importante.
Consecuencias del consejo:
A mí tomarme un zumo de naranja, me afixia. me provoca estrés. Siempre tengo la sensación de que me estoy perdiendo lo mejor. ¿Y si el camarero ha tardado en dármelo? Ya no tendrá ni un miserable vitamina, ni una. ¿Para qué entonces? La vida no tiene sentido.
Además, en ayunas y de un sólo trago me provoca acidez. Consecuencia principal: no disfruto del zumo, no. Ni un poquito. Al contrario me frustra y también tiende a indigestarme. Y encima estoy esclavizada. En el bar donde desayuno todos los días, el zumo es gratis. Te lo dan con el café y las tostadas. Y entonces, me asalta otro consejo de mi madre "Nena, si es gratis, tú lo coges, luego ya veremos que hacemos con eso". Pues eso hacemos mamá, indigestarnos.
Excepciones para utizarlo:
Nunca. Futuros hijos míos: disfrutad del zumo de naranja despacito. De ese color que parece de juguete y del dulzor que sabe a un azúcar auténtico, como si todos los demás le anduvieran imitando. Saboreadlo y empezad el día sin estrés, que bastante os espera por delante. Ya conseguiremos las vitaminas de otro lado, algunas vitaminas más relajadas.
Imagen de: Darwin Bell