domingo, 27 de junio de 2010

18. Los cromos que regalan en la puerta del cole llevan droga

Ay que nostalgia... El cole, las batas de colores, los bocatas de chorizo, ese señor que nos regalaba álbumes a través de las verjas y mi madre a la salida gritando: "¡Nena! Tira ese álbum a la basura ya mismo. ¿Me has oído? Ya mismo nena, que esos cromos llevan droga. Lo han dado en la tele. ¡Nena! He dicho ya, y cuando yo digo "ya", no es dentro de un rato, es ya".
Y yo arrastrándome a la papelera más cercana, con aquel álbum que se pegaba a mis pequeños dedos ávidos de convertirse en dedos coleccionistas. Purita nostalgia.
Y con todo mi disgusto me montaba en el coche de camino a casa. "Nena, que no te fíes de los extraños, que te lo vengo diciendo y tú ni caso. Lo dieron en la tele. Esos cromos llevan droga pegada. Si los metes en agua se ve la droga. Es que eres muy ingénua. Porque tu eres muy de creerte cualquier cosa ¿lo sabes no? Con eso vamos a tener que vivir, nena. ¿Cómo te van a dar cromos así por así? Sólo de pensarlo me da la risa. Que te queda mucho por aprender, nena, mucho. Eso es una técnica para hacerte adicta a la droga esa que llevan, y luego, ala, a vivir con una hija drogadicta. Y yo por ahí no paso ¿Me oyes nena? Yo drogadictos en casa no quiero."

Consecuencias del consejo:
- Nostalgia de los álbumes que nunca terminé.
- Cierta vergüenza al recordar cómo sumergí un cromo en agua para ver cómo era la droga esa.
- Temor: la droga esa era invisible, apenas teñía un poco el agua. Tenía que estar alerta: cualquier cosa podía llevar droga y, como yo era muy de creerme todo, me podían engañar.
- Más temor: si consumo cualquier droga, que podía pasarme porque yo era muy ingénua y la droga muy trasparente, mi madre me echaba de casa.
- Más nostalgia: de esa bendita ingenuidad que ojalá siguiera teniendo para creerme mejor el mundo.

Excepciones para utilizar el consejo con mis futuros hijos:
Nunca. ¡Mamá! Era marketing, coño marketing. Pero no para hacerme drogadicta, si no para tú tuvieras que comprarme todos los cromos que me faltaban... Ahora que lo pienso... ¡Ella lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Qué narices de droga! Lo que no quería era comprarme los malditos cromos. Esta te la guardo, mamá, palabra que te la guardo.

Consecuencias en este preciso momento:
Lo admito era una ingénua. Del todo, mierda, del todo. La reina del marketing, esa es mi madre y yo, como decía ella, yo siempre he sido de creerme mucho las cosas, sobre todo a ella.