Creo que este consejo es de la categoría "Sólo de la madre de la nena". Nadie puede ejecutar su pensamiento hasta llegar a "Nunca compres sólo dos patatas en la frutería, eso es gente triste nena, muy triste. Y todos los demás lo sabrán". Aunque viendo los comentarios, puede que el resto de madres de España me sorprendan.
Breve explicación del consejo:
Mi madre vive traumada y muerta de pena por una vecina que un día entró en la frutería abarrotada y dijo: dos patatas por favor. "Y ya, nena, no pidió nada más. Se hizo un silencio. Huy horrible, ya te digo. ¡Dos patatas! Eso es muy triste. Pobrecica, eso es porque vive sola, y no tiene para quién concinar. Ay que tristeza me dio, con lo educada que es, y limpia, porque será triste pero tiene pinta de ser muy limpia, que eso se nota. Nena, tú disimulas. Si sólo necesitas dos patatas pues pides cuatro aunque las vayas a tirar. Y pide un pimiento y peregil, que la gente se piense que vas a hacer un guiso. Y un tomate nena, tú pides un tomate, que los tomates siempre vienen bien". Ajá, esta es la ejecución del pensamiento de mi madre.
Segunda breve explicación del consejo:
No se vayan a pensar que mi vecina pasa apuros económicos. Sólo que vive sola, y se ve que es de poco comer. Y llamadme intuitiva, pero la buena mujer a lo mejor sólo necesitaba dos patatas.
Consecuencias:
Antes sufría en la frutería porque mi lista tipo es: 2 pimientos, dos cebollas, dos cogollos, y 6 tomates (los tomates siempre vienen bien). Pensaba: esta gente va a creer que soy una triste, me van a llamar "la de los dos pimientos". Lo he superado. Eso sí, me ha costado tirar ingentes cantidades de comida podrida sobre todo patatas.
Excepciones para utilizarlo:
Nunca. Futuros hijos: la frutería es un sitio en el que podéis comprar las patatas desde 1 hasta todas las que tengan. El sistema funciona de la siguiente manera: ¿Cuántas patatas necesitas? Pues compras esas.
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miércoles, 30 de junio de 2010
domingo, 27 de junio de 2010
18. Los cromos que regalan en la puerta del cole llevan droga
Ay que nostalgia... El cole, las batas de colores, los bocatas de chorizo, ese señor que nos regalaba álbumes a través de las verjas y mi madre a la salida gritando: "¡Nena! Tira ese álbum a la basura ya mismo. ¿Me has oído? Ya mismo nena, que esos cromos llevan droga. Lo han dado en la tele. ¡Nena! He dicho ya, y cuando yo digo "ya", no es dentro de un rato, es ya".
Y yo arrastrándome a la papelera más cercana, con aquel álbum que se pegaba a mis pequeños dedos ávidos de convertirse en dedos coleccionistas. Purita nostalgia.
Y con todo mi disgusto me montaba en el coche de camino a casa. "Nena, que no te fíes de los extraños, que te lo vengo diciendo y tú ni caso. Lo dieron en la tele. Esos cromos llevan droga pegada. Si los metes en agua se ve la droga. Es que eres muy ingénua. Porque tu eres muy de creerte cualquier cosa ¿lo sabes no? Con eso vamos a tener que vivir, nena. ¿Cómo te van a dar cromos así por así? Sólo de pensarlo me da la risa. Que te queda mucho por aprender, nena, mucho. Eso es una técnica para hacerte adicta a la droga esa que llevan, y luego, ala, a vivir con una hija drogadicta. Y yo por ahí no paso ¿Me oyes nena? Yo drogadictos en casa no quiero."
Consecuencias del consejo:
- Nostalgia de los álbumes que nunca terminé.
- Cierta vergüenza al recordar cómo sumergí un cromo en agua para ver cómo era la droga esa.
- Temor: la droga esa era invisible, apenas teñía un poco el agua. Tenía que estar alerta: cualquier cosa podía llevar droga y, como yo era muy de creerme todo, me podían engañar.
- Más temor: si consumo cualquier droga, que podía pasarme porque yo era muy ingénua y la droga muy trasparente, mi madre me echaba de casa.
- Más nostalgia: de esa bendita ingenuidad que ojalá siguiera teniendo para creerme mejor el mundo.
Excepciones para utilizar el consejo con mis futuros hijos:
Nunca. ¡Mamá! Era marketing, coño marketing. Pero no para hacerme drogadicta, si no para tú tuvieras que comprarme todos los cromos que me faltaban... Ahora que lo pienso... ¡Ella lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Qué narices de droga! Lo que no quería era comprarme los malditos cromos. Esta te la guardo, mamá, palabra que te la guardo.
Consecuencias en este preciso momento:
Lo admito era una ingénua. Del todo, mierda, del todo. La reina del marketing, esa es mi madre y yo, como decía ella, yo siempre he sido de creerme mucho las cosas, sobre todo a ella.
Y yo arrastrándome a la papelera más cercana, con aquel álbum que se pegaba a mis pequeños dedos ávidos de convertirse en dedos coleccionistas. Purita nostalgia.
Y con todo mi disgusto me montaba en el coche de camino a casa. "Nena, que no te fíes de los extraños, que te lo vengo diciendo y tú ni caso. Lo dieron en la tele. Esos cromos llevan droga pegada. Si los metes en agua se ve la droga. Es que eres muy ingénua. Porque tu eres muy de creerte cualquier cosa ¿lo sabes no? Con eso vamos a tener que vivir, nena. ¿Cómo te van a dar cromos así por así? Sólo de pensarlo me da la risa. Que te queda mucho por aprender, nena, mucho. Eso es una técnica para hacerte adicta a la droga esa que llevan, y luego, ala, a vivir con una hija drogadicta. Y yo por ahí no paso ¿Me oyes nena? Yo drogadictos en casa no quiero."
Consecuencias del consejo:
- Nostalgia de los álbumes que nunca terminé.
- Cierta vergüenza al recordar cómo sumergí un cromo en agua para ver cómo era la droga esa.
- Temor: la droga esa era invisible, apenas teñía un poco el agua. Tenía que estar alerta: cualquier cosa podía llevar droga y, como yo era muy de creerme todo, me podían engañar.
- Más temor: si consumo cualquier droga, que podía pasarme porque yo era muy ingénua y la droga muy trasparente, mi madre me echaba de casa.
- Más nostalgia: de esa bendita ingenuidad que ojalá siguiera teniendo para creerme mejor el mundo.
Excepciones para utilizar el consejo con mis futuros hijos:
Nunca. ¡Mamá! Era marketing, coño marketing. Pero no para hacerme drogadicta, si no para tú tuvieras que comprarme todos los cromos que me faltaban... Ahora que lo pienso... ¡Ella lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Qué narices de droga! Lo que no quería era comprarme los malditos cromos. Esta te la guardo, mamá, palabra que te la guardo.
Consecuencias en este preciso momento:
Lo admito era una ingénua. Del todo, mierda, del todo. La reina del marketing, esa es mi madre y yo, como decía ella, yo siempre he sido de creerme mucho las cosas, sobre todo a ella.
jueves, 24 de junio de 2010
17. Como sigas llorando, te voy a dar una razón para que llores de verdad
Se entiende fácil. Es el típico consejo que no te deja lugar a dudas: "Nena, mejor te callas que vas a cobrar". Todo hay que decirlo. Es una frase cumplidora: realmente si no dejaba de llorar, ella me daba una razón extra para seguir llorando.
Cuándo lo utilizaba:
También es fácil: siempre que lloraba, con o sin motivos. El problema es que a ella mis motivos, nunca le parecen motivos sino caprichos aleatorios de una niña mimada. Digo le parecen, en presente, porque es exactamente lo que ella piensa: que soy una niña mimada con caprichos aleatorios a los 31 años.
Para mi madre sólo hay tres motivos para llorar: una muerte cercana, una enfermedad grave y una desgracia. Voy a concretar: no una desgracia tipo "me ha dejado mi novio en el altar", en ese caso diría "Algo habrás hecho tú"; si no algo tipo "Me ha caído un rayo encima"... eh... tampoco sirve. En ese caso diría "Eso te pasa por andar siempre en la calle". No sé... algo tipo: "Ha habido un terremoto y mi casa se ha derrumbado"... eh... Tampoco sirve, mi madre diría: "Eso te pasa por vivir en ese barrio de mierda con construcciones de mierda, si me hubieras hecho caso... " En fin, para mi madre sólo hay dos motivos para llorar: una muerte y una enfermedad.
Consecuencias del consejo:
No lloro. Casi nada. Y cuando lloro, lo hago con rabia. No sólo me siento mal por lo que sea que me provoque tristeza, encima me jode llorar y mucho más que me vean.
Segunda consecuencia: normalmente lloro en los baños, para que nadie me vea. He llorado en el baño de mi trabajo, en los bares, en los restaurantes, y una vez en Hacienda. Y os prometo que es muy difícil parar de llorar en sitios así, los baños deprimen.
Excepciones para utilizarlo:
Primero tengo que aprender a llorar como la gente normal, sin remordimientos. Y quiero que mis futuros hijos lloren libres. Ya veré como soluciono las rabietas absurdas. Ignorarlos puede ser una opción. Ay si mi madre me ignorara alguna vez...
lunes, 21 de junio de 2010
16. Si no te lo comes para cenar, pues para desayunar
Debo ser la persona que más veces ha desayunado pescado en este país. ¿Y tostadas? Pues creó que un par de veces sí desayuné tostadas, el resto besugo, merluza, gallo, salchichas los días buenos... Sí, mi madre no tenía misericordia. Yo era mala comedora. Mala, mala. Me gustaba la leche y los yogures, y ya. En serio, no me gustaba nada más. De calcio iba sobrada pero del resto mejor ni hablar. Así que mi madre, con una infinita paciencia al principio y sin paciencia ninguna después, lo probó todo:
- Primer intento: obligarme. Pero me adapto fácil al medio. Aprendí a lanzar la comida por la ventana, detrás de los radiadores, vaciaba una muñeca y le metía la comida dentro hasta que se pudrió, y sobre todo, aprendí que mi hermana pequeña se lo comía todo. Le daba igual: alubias, carne, acelgas, espinacas. La tía no tenía fondo. Hasta que la endoncrina preocupada por su aumento de peso encontró la causa y el fondo: una hermana raquítica que la cebaba cada vez que mi madre se daba la vuelta.
- Siguiente intento: un pediatra "moderno" (como cuenta mi madre) le dijo que me dejara comer cuando quisiera, que de hambre no iba a morir. Pero el señor pediatra no me conocía. Acabé ingresada de urgencia con una anemia de impresión. "Mira nena, si llego a coger en aquel momento al pediatra ese... No veas cómo me miraban en el hospital los médicos, como si fuera una mala madre, ¡yo! ¡una mala madre! Mira, que me fui a su consulta y se lo dije: Menos moderneces señor, que casi se me muere la niña de desnutrición. Y me aguanté las ganas de meterle un sopapo. Porque era mayor, si llega a ser más joven le meto un sopapo. Así te lo digo nena". Me lo creo, mamá.
- Tercer intento: por mis muertos que tú comes. Esta fue la peor etapa. Primero el embudo. En serio. Me daban de comer con un embudo. Hacían todo un puré y allá que iba, libre por mi garganta. Y ahí se ve que empecé a transigir (vamos, no me quedaba otra opción) y llegó el "Si no te lo comes para cenar, pues para desayunar". Y oye, otra cosa no pero cumplidora mi madre es un rato. He desayunado pescado, he comido cereales y zumo de naranja, merendado bocata de lentejas, y cenado sandwich de nocilla. Así, en bucle durante años.
Consecuencias:
- Nunca sé qué toca comer a qué hora. No tengo criterio. Un cordero me parece poco para cenar y un par de aceitunas y un café, suficiente para comer. Soy capaz de cenar sólo chocolate y de merendar un plato de pasta. Pues eso, sin criterio.
- Odio a Baltasar. Un 5 de enero, harta mi madre de que no comiera las lentejas, y con toda la familia en el portal esperándome para ir a la cabalgata, me las puso entre pan y pan. Estábamos allí, esperando a los Reyes, yo chupando aquel asqueroso bocata de lentejas frías, y mi madre metiéndome codazos para que me lo comiera, cuando el simpático y super mágico y super poderoso Baltasar (hasta aquel momento) se acerca y me dice:
- Huy esta niña que agusto se está comiedo el bocadillo. Se ve que está muy rico. Así seguro que le traemos buenos regalos.
Pues sí, los Reyes lo saben todo, todo. Menuda mierda de mago de pensé. Y desde entonces le tengo tirria.
Excepciones para utilizarlo:
Como a mis futuros hijos sólo les gusten la leche y los yogures, están jodidos, porque van a desayunar pescado seguro. Quitando mi desorden horario como de todo. Bueno casi, casi.
jueves, 17 de junio de 2010
15. Algo habrás hecho tú
Yo cuando veo una noticia de "padre va a al cole y le pega al profesor de su hijo", a mí eso me parece ciencia ficción. Nunca. Y digo nunca sabiendo exactamente qué signfica (En ningún tiempo, ninguna vez, never, never). No vayáis a pensar que lo digo porque queda bien, porque es contundente, o retórico. No, no. Cuando digo nunca, es que mi madre nunca me dio la razón frente a ningún profesor, compañero, amigo, primo, monja, cura, monitor de gimnasia o incluso extraño que pasaba al lado mía en la calle con el que tuve algún encontronazo. Nunca.
Infancia:
- Mamá, me han castigado en el colegio porque dicen que he copiado y yo no era.
- Algo habrás hecho tú.
- Mamá, un señor me ha robado la pelota en la calle.
- Algo habrás hecho tú.
- Mamá que el primo Pablo me ha roto de un balonazo las palas.
- Algo habrás hecho tú.
- Mamá que dice la señorita Charo que estoy castigada por escaparme del grupo en la excursión del martes.
- Algo habrás hecho tú.
-Mamá, ¡pero si yo no fui a la excursión!
- A mí no me rechistes nena. Me vas a matar de un disgusto. Un día me matas de un disgusto.
Consecuencias en la infancia:
Me pasé la infancia sintiendo que era yo contra todo el mundo.
Adolescencia:
- Mamá Pablo ha roto conmigo.
- Algo habrás hecho tú.
- Mamá pero si se ha líado con Martita.
- Algo habrás hecho tú.
- Pues le he partido las palas.
- Me vas a matar de un disgusto. Un día me matas de un disgusto.
Consecuencias en la adolescencia:
Después de una infancia de "sola contra el mundo", había aprendido a defenderme.
A los 30 años:
- Mamá que han hecho un ERE en mi empresa, y nos echan a la calle a 90.
- Algo habrás hecho tú.
Consecuencias en la juventud (y creo que para siempre):
Cada vez que pasa algo en 20 kilómetros a la redonda: una inundación, un terremoto, una riada, un accidente, una crisis económica mundial... Me pregunto: "¿Habré sido yo?".
Excepciones para utilizar esta frase con mis futuros hijos:
Es fácil. Cuando hayan hecho algo. No cuando me lo imagine, lo crea, lo intuya, me lo invente, lo necesite o esté casi segura. No, no. Si no cuando realmente hayan hecho algo mal.
Infancia:
- Mamá, me han castigado en el colegio porque dicen que he copiado y yo no era.
- Algo habrás hecho tú.
- Mamá, un señor me ha robado la pelota en la calle.
- Algo habrás hecho tú.
- Mamá que el primo Pablo me ha roto de un balonazo las palas.
- Algo habrás hecho tú.
- Mamá que dice la señorita Charo que estoy castigada por escaparme del grupo en la excursión del martes.
- Algo habrás hecho tú.
-Mamá, ¡pero si yo no fui a la excursión!
- A mí no me rechistes nena. Me vas a matar de un disgusto. Un día me matas de un disgusto.
Consecuencias en la infancia:
Me pasé la infancia sintiendo que era yo contra todo el mundo.
Adolescencia:
- Mamá Pablo ha roto conmigo.
- Algo habrás hecho tú.
- Mamá pero si se ha líado con Martita.
- Algo habrás hecho tú.
- Pues le he partido las palas.
- Me vas a matar de un disgusto. Un día me matas de un disgusto.
Consecuencias en la adolescencia:
Después de una infancia de "sola contra el mundo", había aprendido a defenderme.
A los 30 años:
- Mamá que han hecho un ERE en mi empresa, y nos echan a la calle a 90.
- Algo habrás hecho tú.
Consecuencias en la juventud (y creo que para siempre):
Cada vez que pasa algo en 20 kilómetros a la redonda: una inundación, un terremoto, una riada, un accidente, una crisis económica mundial... Me pregunto: "¿Habré sido yo?".
Excepciones para utilizar esta frase con mis futuros hijos:
Es fácil. Cuando hayan hecho algo. No cuando me lo imagine, lo crea, lo intuya, me lo invente, lo necesite o esté casi segura. No, no. Si no cuando realmente hayan hecho algo mal.
martes, 15 de junio de 2010
14. Tómate el zumo rápido que se le van las vitaminas
Si te pasas por cualquier cafetería de España por la mañana, lo notas. Más de la mitad de la gente que está en la barra ha recibido este consejo de su madre. Se nota en la tensión, los reflejos... Ahí estamos, según se acerca el camarero con el zumo de naranja en la mano, nos lanzamos como locos a bebérnoslo, que se le van las vitaminas. De un trago. No pienses en nada: es cuestión de vida o muerte. De la fuente de la eterna juventud a un líquido naranja.
Cuándo utilizaba el consejo:
Por las mañanas te asaltaba con el zumo en mitad del pasillo:
-Corre nena, de un trago, que si no, no sirve para nada. Corre nena, que se le van las vitaminas. Deja lo de respirar para luego, el zumo nena, el zumo es lo importante.
Consecuencias del consejo:
A mí tomarme un zumo de naranja, me afixia. me provoca estrés. Siempre tengo la sensación de que me estoy perdiendo lo mejor. ¿Y si el camarero ha tardado en dármelo? Ya no tendrá ni un miserable vitamina, ni una. ¿Para qué entonces? La vida no tiene sentido.
Además, en ayunas y de un sólo trago me provoca acidez. Consecuencia principal: no disfruto del zumo, no. Ni un poquito. Al contrario me frustra y también tiende a indigestarme. Y encima estoy esclavizada. En el bar donde desayuno todos los días, el zumo es gratis. Te lo dan con el café y las tostadas. Y entonces, me asalta otro consejo de mi madre "Nena, si es gratis, tú lo coges, luego ya veremos que hacemos con eso". Pues eso hacemos mamá, indigestarnos.
Excepciones para utizarlo:
Nunca. Futuros hijos míos: disfrutad del zumo de naranja despacito. De ese color que parece de juguete y del dulzor que sabe a un azúcar auténtico, como si todos los demás le anduvieran imitando. Saboreadlo y empezad el día sin estrés, que bastante os espera por delante. Ya conseguiremos las vitaminas de otro lado, algunas vitaminas más relajadas.
Imagen de: Darwin Bell
Cuándo utilizaba el consejo:
Por las mañanas te asaltaba con el zumo en mitad del pasillo:
-Corre nena, de un trago, que si no, no sirve para nada. Corre nena, que se le van las vitaminas. Deja lo de respirar para luego, el zumo nena, el zumo es lo importante.
Consecuencias del consejo:
A mí tomarme un zumo de naranja, me afixia. me provoca estrés. Siempre tengo la sensación de que me estoy perdiendo lo mejor. ¿Y si el camarero ha tardado en dármelo? Ya no tendrá ni un miserable vitamina, ni una. ¿Para qué entonces? La vida no tiene sentido.
Además, en ayunas y de un sólo trago me provoca acidez. Consecuencia principal: no disfruto del zumo, no. Ni un poquito. Al contrario me frustra y también tiende a indigestarme. Y encima estoy esclavizada. En el bar donde desayuno todos los días, el zumo es gratis. Te lo dan con el café y las tostadas. Y entonces, me asalta otro consejo de mi madre "Nena, si es gratis, tú lo coges, luego ya veremos que hacemos con eso". Pues eso hacemos mamá, indigestarnos.
Excepciones para utizarlo:
Nunca. Futuros hijos míos: disfrutad del zumo de naranja despacito. De ese color que parece de juguete y del dulzor que sabe a un azúcar auténtico, como si todos los demás le anduvieran imitando. Saboreadlo y empezad el día sin estrés, que bastante os espera por delante. Ya conseguiremos las vitaminas de otro lado, algunas vitaminas más relajadas.
Imagen de: Darwin Bell
domingo, 13 de junio de 2010
13. Échate un novio pudiente, creyente y sin pendiente
Así tal cual.
Pequeña explicación del consejo:
Pudiente: que tenga pasta, no hace falta que sea millonario, pero que no pase miserias. Su explicación: "Nena, eso de "contigo pan y cebolla" es mentira. Si es "contigo pata negra y buen vino", mucho mejor. Más fácil. No quiere decir que vaya a funcionar pero será más fácil. ¿Tú dónde crees que las parejas discuten más? ¿De camping o en un hotel de cinco estrellas? Pues eso, nena, si puedes, que sea pundiente. Todos vamos a vivir más tranquilos. Yo también".
Cuando me dice estas cosas me deja sin palabras. Cuando tenía 16 años, todo mi espíritu romántico le decía: "mamá el amor no se elige, el amor sobrevive a todas las penurias, no importa el dinero en el amor". Ahora me callo, primero por cansancio, y porque verdaderamente discutes menos en un cinco estrellas. Así es la vida.
Creyente: en fin. Esta parte del consejo es la que ha perdido más fuerza con los años. Con que crea en algo: la bondad, las caras de Belmez, o en los yogures bio, de momento, le vale. También le sirven los kiwis. Mi madre cree en los kiwis con una fé ciega.
Sin pendiente: Mejor que hable ella: "Uy uy uy uy... Los modernos esos... Se creerán modernos por llevar pendiente. Uy uy uy uy... Nena, uno de esos no traigas, no, no, no. ¿Me has oído nena? Que a veces creo que no me oyes, y luego pasa lo que pasa. Esos no pueden estar bien de la cabeza ¡Un pendiente! ¡En un hombre! Lo que me quedará por ver... Quieren ser taaannn originales, taaaaan diferentes. Nena, tú uno normal, normal, normal. ¿Me oyes?". La nena ha oído, por eso se queda ojiplática.
Consecuencias del consejo:
Agotadoras discusiones en la adolescia tipo:
- Yo saldré con quién me dé la gana. El amor está por encima de todo, ¿si el papá se hicera un pendiente le dejarías de querer?- ésta soy yo con 16 años, ligeramente deprimida, sensible y explosiva a partes iguales.
-¿Tu padre? Anda nena, ¡tu padre, un pendiente! Es que tienes unas cosas. Tu padre no es de esos, es de los de verdad.- esta es mi madre, simplemente explosiva a cualquier edad.
Segunda consecuencia: novios aterrorizados cada vez que les presentaba a mis padres.
Tercera consecuencia en mi madre: frustración. Sólo un novio mío no ha tenido pendiente.
Excepción para utilizar el consejo:
Nunca. Futuros hijos míos: que os quieran y que os quieran bien, que os hagan reír a carcajadas, que se os erice la piel cuándo andáis cerca, que os dejen espacio, que os sigan de cerca, que crean en vosotros por encima de todas las cosas (incluso de los kiwis), y sobre todo, que sepan que en la vida hay pocas cosas de las que uno no pueda reirse. Muy pocas.
Pequeña explicación del consejo:
Pudiente: que tenga pasta, no hace falta que sea millonario, pero que no pase miserias. Su explicación: "Nena, eso de "contigo pan y cebolla" es mentira. Si es "contigo pata negra y buen vino", mucho mejor. Más fácil. No quiere decir que vaya a funcionar pero será más fácil. ¿Tú dónde crees que las parejas discuten más? ¿De camping o en un hotel de cinco estrellas? Pues eso, nena, si puedes, que sea pundiente. Todos vamos a vivir más tranquilos. Yo también".
Cuando me dice estas cosas me deja sin palabras. Cuando tenía 16 años, todo mi espíritu romántico le decía: "mamá el amor no se elige, el amor sobrevive a todas las penurias, no importa el dinero en el amor". Ahora me callo, primero por cansancio, y porque verdaderamente discutes menos en un cinco estrellas. Así es la vida.
Creyente: en fin. Esta parte del consejo es la que ha perdido más fuerza con los años. Con que crea en algo: la bondad, las caras de Belmez, o en los yogures bio, de momento, le vale. También le sirven los kiwis. Mi madre cree en los kiwis con una fé ciega.
Sin pendiente: Mejor que hable ella: "Uy uy uy uy... Los modernos esos... Se creerán modernos por llevar pendiente. Uy uy uy uy... Nena, uno de esos no traigas, no, no, no. ¿Me has oído nena? Que a veces creo que no me oyes, y luego pasa lo que pasa. Esos no pueden estar bien de la cabeza ¡Un pendiente! ¡En un hombre! Lo que me quedará por ver... Quieren ser taaannn originales, taaaaan diferentes. Nena, tú uno normal, normal, normal. ¿Me oyes?". La nena ha oído, por eso se queda ojiplática.
Consecuencias del consejo:
Agotadoras discusiones en la adolescia tipo:
- Yo saldré con quién me dé la gana. El amor está por encima de todo, ¿si el papá se hicera un pendiente le dejarías de querer?- ésta soy yo con 16 años, ligeramente deprimida, sensible y explosiva a partes iguales.
-¿Tu padre? Anda nena, ¡tu padre, un pendiente! Es que tienes unas cosas. Tu padre no es de esos, es de los de verdad.- esta es mi madre, simplemente explosiva a cualquier edad.
Segunda consecuencia: novios aterrorizados cada vez que les presentaba a mis padres.
Tercera consecuencia en mi madre: frustración. Sólo un novio mío no ha tenido pendiente.
Excepción para utilizar el consejo:
Nunca. Futuros hijos míos: que os quieran y que os quieran bien, que os hagan reír a carcajadas, que se os erice la piel cuándo andáis cerca, que os dejen espacio, que os sigan de cerca, que crean en vosotros por encima de todas las cosas (incluso de los kiwis), y sobre todo, que sepan que en la vida hay pocas cosas de las que uno no pueda reirse. Muy pocas.
jueves, 10 de junio de 2010
12. Si te tragas un chicle, se te van a pegar las tripas
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!
De verdad que me daba terror. Cuando mi madre me decía esto, mis mandíbulas se tensaban. "Por Dios, que no se te escurra, por Dios, no te lo trages. ¿Qué vas a hacer tú con las tripas pegadas? ¿Qué futuro te espera?". Pero era inevitable, me despistaba, me reía, y me lo tragaba. Y entonces me pasaba la noche entera sin dormir, pensando: "Ya se están pegando, no voy a poder comer nada más nunca en mi vida". Notaba cómo se retorcían mis tripas, cómo el chicle las iba soldando. Y oía la voz de mi madre diciéndole al médico de urgencias:
- Mira que se lo dije. ¿Te lo dije o no te lo dije, nena? Se lo dije. Y nada, ella a sus cosas, cómo siempre. ¡Ah! pero nadie me podrá decir que no se lo advertí. Ahora apechuga con las tripas pegadas, la vida tiene conscuencias, nena, eso también te lo digo.
Cuándo formulaba este consejo:
Siempre, siempre, siempre que comía chicle. Hubo una vez que casi no me lo dijo, pero al final, se acordó.
Consecuencias del consejo:Dudas existenciales en la infacia: ¿por qué dejan al alcance de los niños un objeto tan dañino? ¿Qué quieren qué aprendamos? ¿Cuántos niños han conseguido seguir una vida normal con las tripas pegadas? ¿Quién fabrica los chicles? ¿El demonio? ¿Pilatos? ¿Por qué no pegan los ladrillos de los edicifios con el super pega todo y temido chicle?
Otra consecuencia: tensión mandibular cada vez que como chicle.
También tuve que retirarme de los chupachups Kojak porque no sé que tenía ese chicle dentro que me lo tragaba siempre.
Excepciones para utilizarlo:
Yo que sé, pongamos que tengo un hijo que se los traga de manera compulsiva. Tantos se traga que, al mear, el baño huele a clorofila. Si después de pasar por un campamento para niños compulsivos, un psicólogo, un psiquiatra y la catequesis, sigue insistiendo en tragárselos, bueno, entonces puede que le diga eso de que se te pegan las tripas.
De verdad que me daba terror. Cuando mi madre me decía esto, mis mandíbulas se tensaban. "Por Dios, que no se te escurra, por Dios, no te lo trages. ¿Qué vas a hacer tú con las tripas pegadas? ¿Qué futuro te espera?". Pero era inevitable, me despistaba, me reía, y me lo tragaba. Y entonces me pasaba la noche entera sin dormir, pensando: "Ya se están pegando, no voy a poder comer nada más nunca en mi vida". Notaba cómo se retorcían mis tripas, cómo el chicle las iba soldando. Y oía la voz de mi madre diciéndole al médico de urgencias:
- Mira que se lo dije. ¿Te lo dije o no te lo dije, nena? Se lo dije. Y nada, ella a sus cosas, cómo siempre. ¡Ah! pero nadie me podrá decir que no se lo advertí. Ahora apechuga con las tripas pegadas, la vida tiene conscuencias, nena, eso también te lo digo.
Cuándo formulaba este consejo:
Siempre, siempre, siempre que comía chicle. Hubo una vez que casi no me lo dijo, pero al final, se acordó.
Consecuencias del consejo:Dudas existenciales en la infacia: ¿por qué dejan al alcance de los niños un objeto tan dañino? ¿Qué quieren qué aprendamos? ¿Cuántos niños han conseguido seguir una vida normal con las tripas pegadas? ¿Quién fabrica los chicles? ¿El demonio? ¿Pilatos? ¿Por qué no pegan los ladrillos de los edicifios con el super pega todo y temido chicle?
Otra consecuencia: tensión mandibular cada vez que como chicle.
También tuve que retirarme de los chupachups Kojak porque no sé que tenía ese chicle dentro que me lo tragaba siempre.
Excepciones para utilizarlo:
Yo que sé, pongamos que tengo un hijo que se los traga de manera compulsiva. Tantos se traga que, al mear, el baño huele a clorofila. Si después de pasar por un campamento para niños compulsivos, un psicólogo, un psiquiatra y la catequesis, sigue insistiendo en tragárselos, bueno, entonces puede que le diga eso de que se te pegan las tripas.
miércoles, 9 de junio de 2010
11. Si te bebes la leche de alguien, qué menos que tener un detalle
Mi madre formula los consejos de manera que no te queda escapatoria. Una madre normal diría: Si te alojas en casa de alguien, deberías tener un detalle. Ya está, es un buen consejo, te queda claro y, si quieres, pues les compras una caja de pastas. Pero mi madre, ante el miedo de que no le hagas caso, le da una vuelta. Te hace sentirte culpable, porque no es que duermas gratis en casa de otra persona, es que encima te bebes su leche. Y tú ya te sientes como una invasora que acaba con las existencias de tu anfitrión y ¿cómo no le vas a comprar algo? Pero si le debes la vida, coño, la vida.
Cuándo lo formula:
Podría parecer que sólo cuando alguien te aloja en su casa, pero no, es una gran metáfora. Si alguien te presta algo, si te hacen un favor, si te ayudan con algo...
Consecuencias del consejo:
Yo no puedo beberme la leche de nadie. Si me quedo a dormir en casa ajena, siento que la leche es su bien más preciado, así que siempre desayuno en la calle. Y yo en mi casa siempre tengo leche para las visitas, pero de manera industrial, por si andan pensando en bebérsela toda.
Además, si me alojo en una casa que no es la mía, me siento obligada a hacerle un buen regalo, vamos, que me suele salir más barato irme a un hotel.
Excepción para utilizar el consejo:
No sé, así formulado, creo que nunca. Pero me gustaría que mis hijos fueran conscientes de lo importantes que son los detalles y lo que definen a quién los hace. Tendré que buscar mi propio consejo que no les cueste un remordimiento más, que ya trae la vida demasiados.
Cuándo lo formula:
Podría parecer que sólo cuando alguien te aloja en su casa, pero no, es una gran metáfora. Si alguien te presta algo, si te hacen un favor, si te ayudan con algo...
Consecuencias del consejo:
Yo no puedo beberme la leche de nadie. Si me quedo a dormir en casa ajena, siento que la leche es su bien más preciado, así que siempre desayuno en la calle. Y yo en mi casa siempre tengo leche para las visitas, pero de manera industrial, por si andan pensando en bebérsela toda.
Además, si me alojo en una casa que no es la mía, me siento obligada a hacerle un buen regalo, vamos, que me suele salir más barato irme a un hotel.
Excepción para utilizar el consejo:
No sé, así formulado, creo que nunca. Pero me gustaría que mis hijos fueran conscientes de lo importantes que son los detalles y lo que definen a quién los hace. Tendré que buscar mi propio consejo que no les cueste un remordimiento más, que ya trae la vida demasiados.
lunes, 7 de junio de 2010
10. Como tenga que ir yo...
Ay, este consejo de mi madre me produce nostalgia. Básicamente, era un consejo muy, muy práctico porque si ella venía... Os podéis imaginar.
Cuando lo utilizaba:
Constantemente:
Si oía que mi hermana y yo peleábamos.
Si oía bullicio.
Si no nos oía.
Si nos había mandado a por algo y no volvíamos.
Y sobre todo, si nos llamaba a comer. Después de 10 gritos de se oía eso de: "Como tenga que ir yo..." Mira, era oirlo y era como si un resorte nos pusiera de pie, en guardia, todos los sentidos al tanto, y a obedecer. Vamos, lo que viene siendo puro miedo.
Consecuencias del consejo:
Nada graves. Cierta nostalgia de que ya no viene con tanta frecuencia. Aunque a veces viene incluso con 31 años.
Excepciones para utilizarlo:
Cuando me de la gana. Me gusta este consejo. Es más, estoy deseando tener hijos para decirlo porque como yo vaya...
Variante del consejo:
No era una frase, era la zapatilla con efecto. Estabas tan tranquila, peleando con tu hermana, un par de tortas, un pellizco, un porquito de preshing cacth, lo típico,... Y sin saber cómo ni de dónde, aparecía la zapatilla voladora, con esa suela de goma que picaba cosa mala. Afortunados aquellos que su madre era alta y no utilizaba cuña en las zapatillas de andar por casa, porque aquello era terrible. Incluso si conseguías escapar por el pasillo, y te creías a salvo (infeliz), la zapatilla giraba contigo. Sólo las madres saben lanzar zapatillas con efecto.
Cuando lo utilizaba:
Constantemente:
Si oía que mi hermana y yo peleábamos.
Si oía bullicio.
Si no nos oía.
Si nos había mandado a por algo y no volvíamos.
Y sobre todo, si nos llamaba a comer. Después de 10 gritos de se oía eso de: "Como tenga que ir yo..." Mira, era oirlo y era como si un resorte nos pusiera de pie, en guardia, todos los sentidos al tanto, y a obedecer. Vamos, lo que viene siendo puro miedo.
Consecuencias del consejo:
Nada graves. Cierta nostalgia de que ya no viene con tanta frecuencia. Aunque a veces viene incluso con 31 años.
Excepciones para utilizarlo:
Cuando me de la gana. Me gusta este consejo. Es más, estoy deseando tener hijos para decirlo porque como yo vaya...
Variante del consejo:
No era una frase, era la zapatilla con efecto. Estabas tan tranquila, peleando con tu hermana, un par de tortas, un pellizco, un porquito de preshing cacth, lo típico,... Y sin saber cómo ni de dónde, aparecía la zapatilla voladora, con esa suela de goma que picaba cosa mala. Afortunados aquellos que su madre era alta y no utilizaba cuña en las zapatillas de andar por casa, porque aquello era terrible. Incluso si conseguías escapar por el pasillo, y te creías a salvo (infeliz), la zapatilla giraba contigo. Sólo las madres saben lanzar zapatillas con efecto.
viernes, 4 de junio de 2010
9. Si te toca lo puesto, te guardas algo para un café. Así no serás ludopata.
En fin, ¿por dónde empezar? Lo primero es un consejo raro, muy raro. En toda su pedagogía, que os aseguro que es mucha, ella no intenta que aprenda a ahorrar. Lo que le da miedo es que sea ludópata. Así es ella, llenita de miedos. Lo segundo, me lo dijo antes de ayer, y antes de ayer yo tenía 31 años. La típica edad en la que necesitas un consejo pedagógico sobre ludopatía.
Tercero, y que quede claro, jamás he tenido ningún problema con el juego, las apuestas ni el bingo.
Cómo lo utilizó:
Reproduzco la conversación telefónica literalmente. En serio, es literal:
-¿Qué tal en el trabajo?- dice ella.
- Mal pero como me va a tocar la primitiva mañana, estoy tranquila- ésta soy yo.
- Uy sí, tú siempre con tu cosas.
- No en serio, que me va a tocar mamá, que llevó 1 mes que me toca lo puesto y vuelvo a jugarlo...- aquí me corta. Allá vamos:
- Nena, si te toca lo puesto, te guardas algo para un café, así no serás ludópata. Si te lo gastas todo... malo, malo.
-....- yo bloqueada, asimilando.
-nena, nena? me oyes? se ha cortado Jesús, nena?
- Estoy aquí mamá- asimilando.
- ¿Me has oído? Que no lo gastes todo.
- Pero si me han tocado 4 euros!
- Pues te guardas dos. Así son las cosas.
- Mamá, te tengo que dejar, me llaman al teléfonillo.
- Mucho te llaman a tí, bueno reina, cuídate y no salgas mucho.
- Vale mamá, hasta mañana.
Consecuencias del consejo:
Me ha quitado la fé. Ya no creo que me vaya a tocar la primitiva.
Excepciones para utilizarlo con mis hijos:
Por dios: nunca.
jueves, 3 de junio de 2010
8. Por si acaso, nena, por si acaso
Tengo mi vida llena de por si acasos. En mi bolso, suelo llevar unos 5 o 6. En mi casa, tengo cientos. El maletero de mi coche podría salvar la vida a una familia en caso de desastre natural. Gracias al consejo de mi madre, siempre tengo un plan B, viajo con herramientas, y bragas extra. Ni siquiera fumo como la gente normal: yo tengo tabaco de "por si acaso" (negro o de liar: por si acaso se me acaba el mío), mecheros escondidos, incluso cerillas, por si acaso no encuentro los mecheros... Una vez tuve un novio por si acaso. No me juzguéis. Es algo educacional.
Cuando utiliza el consejo:
Siempre. Constantemente, y varias veces en cada llamada por teléfono.
Están los típicos:
-Coge una chaqueta por si acaso refresca.
-Coge el paraguas por si acaso llueve.
Luego los de segundo grado, ligeramente aterradores:
-Estaté siempre depilada, por si acaso tienes un accidente.
-Lleva el dinero pegado al cuerpo, por si acaso de atracan.
Y luego están los que sólo mi madre te puede dar:
-No invites a dormir a nadie a casa, por si acaso están metidos en drogas.
El mundo es un lugar terriblemente amenazador para mi madre y con ciertas conexiones que jamás llegaré a entender.
Consecuencias en mí:
Lo dicho, tengo una vida llena de por si acasos y un plan B. También tuvo consecuencias en aquel pobre novio.
Excepciones para utilizarlo:
Ay, va a ser difícil no usarlo. Pero realmente me gustaría no cargar a mi hijos con todos esos miedos y esas bragas de más.
Cuando utiliza el consejo:
Siempre. Constantemente, y varias veces en cada llamada por teléfono.
Están los típicos:
-Coge una chaqueta por si acaso refresca.
-Coge el paraguas por si acaso llueve.
Luego los de segundo grado, ligeramente aterradores:
-Estaté siempre depilada, por si acaso tienes un accidente.
-Lleva el dinero pegado al cuerpo, por si acaso de atracan.
Y luego están los que sólo mi madre te puede dar:
-No invites a dormir a nadie a casa, por si acaso están metidos en drogas.
El mundo es un lugar terriblemente amenazador para mi madre y con ciertas conexiones que jamás llegaré a entender.
Consecuencias en mí:
Lo dicho, tengo una vida llena de por si acasos y un plan B. También tuvo consecuencias en aquel pobre novio.
Excepciones para utilizarlo:
Ay, va a ser difícil no usarlo. Pero realmente me gustaría no cargar a mi hijos con todos esos miedos y esas bragas de más.
miércoles, 2 de junio de 2010
7. Llega una edad, nena, en la que tienes que elegir entre culo o cara
Este consejo me horroriza especialmente. Mi madre, que me quiere mucho eso es verdad, me traumatizó con este consejo. Me hizo sentirme vieja con 17 años. Además, a mí elegir siempre me ha frustrado, porque inevitablemente pienso que he cogido la peor opción.
Qué quiere decir:
Que llega un momento en el que o tienes buena cara (sin arrugas) o un culo pequeño. Las dos cosas no se puede.
Cuando lo utiliza:
En cuanto me ve adelgazar me dice que ya tengo edad de elegir cara. Ella es así: optimista, positiva... Te levanta el ánimo enseguida, tiene un don.
Consecuencias del consejo:
Inevitabiblemente el culo pequeño me hace sentirme vieja. Y frustrada.
Excepción para utilizarlo con mis hijos:
Espero que nunca. Intentaré explicarles eso de que la belleza está en el interior. Sí, lo sé, lo tengo difícil.
Qué quiere decir:
Que llega un momento en el que o tienes buena cara (sin arrugas) o un culo pequeño. Las dos cosas no se puede.
Cuando lo utiliza:
En cuanto me ve adelgazar me dice que ya tengo edad de elegir cara. Ella es así: optimista, positiva... Te levanta el ánimo enseguida, tiene un don.
Consecuencias del consejo:
Inevitabiblemente el culo pequeño me hace sentirme vieja. Y frustrada.
Excepción para utilizarlo con mis hijos:
Espero que nunca. Intentaré explicarles eso de que la belleza está en el interior. Sí, lo sé, lo tengo difícil.