- ¿Voy a cobrar 100 pesetas mamá? (ajá soy de la generación de las pesetas y de los chistes malos).
- Mira nena, como te sigas haciendo la graciosa no te va a hacer falta caerte para cobrar. Y bájate de esa barandilla que te vas a abrir la crisma y luego vendrán los lloros.
Oye, dicho y hecho. Es que mi madre te dice algo tipo: ten cuidado con ese vaso que se te va a caer. Y al jodido vaso parece que le faltan segundos para estamparse contra el suelo. Y, por supuesto, que a mi madre le faltan menos segundos para decir: "Te lo dije, nena".
Yo creo que es un super poder de madres. En realidad, si ella no dijera nada, el vaso jamás se caería pero se cae, y vienen los lloros, y las crismas abiertas.
Crisma es una de esas palabras que no tengo ni idea de qué significa, supongo que cabeza, pero que sólo se la he oído a mi madre en dos variantes: romper la crisma y abrir la crisma (Segunda entrega del vocabulario de madre).
Y también está esa gran frase de madre: "luego vendrán los lloros". Tengo que confesar que durante años, para mí, los lloros eran unos seres tipo el coco, malvados, que iban a venir a castigarme por portarme mal. Descubrí lo que eran la primera vez que me abrí la crisma. La escena: yo llorando con una herida en la cabeza y mi madre:
- Te lo dije nena. A no, no, a mí con lloros no me vengas. Que te lo he dicho nena: bájate de ese patinete que tú tienes el mismo equilibrio que un calabacín, mejor tumbada. Pero noooo, tú ni caso: que mira cómo me deslizo, que mira que velocidad... Pues ala, ya lo has aprendido: la velocidad en la vida no trae nada bueno, nunca, y tú sobre ruedas, pues tampoco puedes traer nada bueno. ¡Pero si tenías 8 meses y todavía no te sujetabas la cabeza! Que las vecinas me decían que te pusiera collarín para que se fijara un poco el cuello, que no era normal. Y sí que quedabas un poco rara, así te has quedado, rara. Que ya es desgracia. Habiendo podido ser normal, normal, pues mira, nos ha tocado que seas rara.
Insisto: yo lloraba con una herida en la cabeza.
Consecuencias:
Puro y rotundo pánico cada vez que mi madre dice cosas tipo:
- Tú sigue así, que te van a echar a la calle en dos días- Oye, pues justo, fueron dos días y a la calle.
Le hago caso, al menos con las cosas básicas, le hago caso.
- Nena, si no sabes cocinar vas a morir sola.
A ver quién tiene narices de no hacerle caso. ¿Eh? ¿A ver? Vamos, que hago una paella para chuparse los dedos y estoy aprendiendo a desconstruir la tortilla de patatas. Bueno, para qué mentir, mis tortillas siempre son deconstruídas, jamás me cuajan. Joder, voy a morir sola.
Excepciones para utilizar el consejo:
Futuros hijos míos, lo siento pero el consejo me importa un pimiento, lo que quiero son esos super poderes premonitorios ya mismo y decirme por las noches:
- Nena, como mañana eches a la primitiva, te van a tocar 20 kilos.
¡Y a vivir! que es lo mío.