Vale, trato de no escucharle mucho, esa es la verdad. Pero es que mi madre habla raro y largo, sobre todo largo.
Me explico:
- Nena bájate al trastero y me traes la carpeta roja de las facturas- Parece una orden simple. Ah... pero la simpleza no existe en la comunicación maternal, y ella sigue:
- La roja ¿eh nena? Ni la azul, ni la amarilla.
- Que si mamá, que te oído.
- Sí, sí, tu oyes mucho pero te enteras de poquico que ya lo llevo viendo un tiempo. La carpeta está en el armario del medio, en el del medio, no en el pequeño azul, ni en el grande marrón. En el del medio, que es como de color caqui, pero está muy viejo. Mira que nos costó dinero ese armario y salió malo, malo. Se lo dije a tu padre, que los de Muebles El Gran Pino son unos liantes. Pero como tienen nombre en el barrio pues te cuelan cualquier cosa a un precio de rico, que podíamos haber comprado otro que había que era de color beige, pero chica, elegí ese porque el beige es tan sucio, es muy poco sufrido. Como la falda esa que te compraste el año pasado, que no te pones nunca. Ya te lo dije: que el beige no aguanta nada y tú eres muy de arrastrarte. ¿Quién te habrá enseñado a ti esa manía de sentarte en el suelo como si fueras una apache? Porque yo no habré sido. Esos son los de la catequesis, que van de místicos modernos y os sientan en corro, ¡habiendo sillas! Que bien que piden dinero para la Iglesia y luego los niños al suelo, y yo a gastarme dinero en detergente para sacarte todos esos ronchones. Bueno, pues la carpeta está en el tercer cajón. Ni en el primero, ni el segundo. Y no vayas a abrir con fuerza el segundo porque está flojo y mal sujeto, que ya te digo yo, que último mueble que les compro a los de El Gran Pino. ¡Tres años aguantó el cajón! ¿Tú has visto las mesillas que hay en mi cuarto? Pues llevan ahí desde que me casé con tu padre. Las compramos por cuatro duros porque antes nos casábamos con nada, que ahora necisitáis tener un jacuzzi para casaros, que si no, no funciona el matrimonio. Mucha tontería es lo que tenéis. ¿Cuántas veces habré abierto yo esas mesillas? ¿Miles? Qué digo miles, millones, porque yo por las noches me despierto mucho, que tengo insomnio. Cuando era joven no tenía pero como tú dormías tan mal de pequeña pues me cambiaste el sueño y ahora me despierto muchas veces. Y los cajones siguen como el primer día. Además son de estilo castellano que te va con cualquier cosa y son muy sufridas y ni un arañazo que tienen. ¿Me has oído? Pues no te quedes con esa cara de pasmada que me corre prisa. Le tengo que llamar a tu tía Mari para decirle cuánto me costo la olla exprés, porque ha visto una parecida pero le parece muy cara y yo no me acuerdo de memoria del precio. Chica, se me olvida todo. Han dado en la tele que las almendras son muy buenas y mira que me tomo todas las mañanas tres pero no noto nada, ando fatal de memoria...
¡Dios mamá!, ¡porque la tienes llena de palabras!, hasta arriba, ahí no te entra ni un recuerdo nuevo, todo tiene que resbalar (esto sólo lo pienso mientras pongo cara de concentrada, si lo digo en alto, puedo llegar a ver el mismo centro del infierno en un momentito).
Consecuencias:
Estoy en el tratero y mi memoria rastrea. Recuerdo las palabras carpeta, facturas, amarilla, azul, roja, armario beige. No hay armario beige. Creo que también ha dicho marrón. No, el marrón no era. Está lleno de ropa. ¡Caqui!, era el caqui que es más sufrido. Recuerdo las palabras: segundo cajón. Irremediablemente abro el segundo cajón y todo el contenido cae al suelo, lo recoloco. Nerviosa. Se va a dar cuenta. La he cagado. Abro los otros, hay montones de carpetas. Tengo que abrir las carpetas. ¿Cuál era? ¡Facturas! ¡Ha dicho facturas! Hay dos carpetas llenas y una especie de archivador con acordeón. Joder.
- Ya era hora, pues menos mal que te he dicho que tenía prisa. Llevas ahí abajo más de media hora ¿Pero qué narices haces con todas esas carpetas? Si te lo he dicho, nena, pero tú nunca me escuchas. Ahora que un día me vas a escuchar. Bien clarito te lo he dicho: la carpeta roja del armario caqui en el tercer cajón. Si es que todo lo tengo que hacer yo.
Excepciones para utilizarlo:
Tranquilos futuros hijos míos, no tengo ese don de palabra. He necesitado re-escribir cuatro veces este post hasta que he conseguido que la carpeta fuera del color, estuviera en el armario y en el cajón en que inicialmente había pensado. Será porque no me gustan las almendras.