- Nena, los pantalones tienen que llegar a la cintura. Por eso, la parte de arriba de los pantalones se llama cintura. Donde se pone el cinturón ¿Ves como es muy fácil de entender? Las palabras lo dicen bien clarito. Si hubieran querido que tú llevaras los pantalones a la cadera, esa zona se llamaría cadera. Pero no, no, no... Se llama cintura y es exactamente ahí donde te tienen que llegar los vaqueros.
- ¿Si hubieran querido quienes?
- Dios y los inventores de los pantalones. Y como digas una palabra más nena, este año te pagas la ropa tú. Que te estás volviendo muy respondona, muy respondona. Y hortera. También te estás volviendo un poco hortera.
Cuando utilizaba el consejo:
Invariablemente este consejo viene justo después de cogerme de los pantalones cuando los llevo puestos y meterme un tirón hacia arriba. Es ligeramente doloroso y absolutamente irritante, sobre todo a los 31 años.
Primero, el tirón, y luego:
- De verdad que no entiendo esa manía de llevar los pantalones bajos. No te favorecen nada nena. El cuerpo de la mujer está hecho para ceñirse en la cintura, CINTURA, y el hombre en la cadera, CADERA. Te lo repito así despacito, porque parece que a ritmo normal no te entra. ¡Pero si te marca todos los cuadriles! Porque tú eres flaca pero eres mujer de cuadriles. Pero noooo. Ahora llega la moda y todas como tontas a deformaros la silueta. Porque ese corte te deforma la silueta. Sólo yo te digo la verdad. Tus amigas te dirán que vas monísima. Seguro. Pero yo soy tu madre y estoy obligada a decirte la verdad: pareces un palo.
- Mamá, no tienes ni idea de lo que se lleva- le decía yo a los 15 años.
- Ni falta que me hace, nena. De toda la vida de Dios, los cánones de belleza son los que son. Básicamente porque la cintura está donde está. ¿Lo entiendes?
- Los cánones también cambian.
- Pues no nena, los cánones son para siempre. Si no se llamarían modas, y si fueran como esta moda de llevar los pantalones por la cadera se llamarían modas de mierda.
- Mamá, has dicho mierda...
- Y poco me parece. Que viene un tarado y dice que lo que se lleva es ponerse una gallina en la cabeza, y ale, todas corriendo a comprar vuestra gallina.
- Pero mamááá... Todo el mundo los lleva así.
- A mí lo que haga todo el mundo me importa un pepino. Yo no te pienso pagar esos vaqueros, pero si se te ve toda la tripa. Una fulanilla es lo que pareces. Por ahí no paso. ¡Una hija mía vestida como una fulana! Cuando tengas tu dinero te compras lo que quieras, mientras tanto elijo yo.
Vale, mamá, el dinero era tuyo. Pero a los 31 años sigues tirando de mis pantalones y explicándome la diferencia entre cadera y cintura. Lo entiendo, pero no quiero parecer el Cachuli. Es una decisión personal.
Consecuencias del consejo:
Leves. Quitando que hasta los 18 llevaba pantalones sobaqueros por lo que he tenido que quemar tres albumes familiares.
Cierta desorientación en mi madre: "Nena, ¿no había fotos del viaje a Nerja? Es que no las encuentro. Para mí que teníamos una foto los cuatro en la puerta de las cuevas de Nerja en las que estábamos todos muy bien. Tu hermana con ese vestido con babero que le quedaba tan mono. Chica, la recuerdo perfectamente, pero no hay manera de encontrarla".
Excepciones para utilizarlo con mis hijos:
Espero con toda mi ilusión que no vuelva la moda cachuli, por vuestro bien, el mío y el las futuras generaciones. Eso y los pantalones nevados, por favor, que no vuelvan los horribles pantalones nevados.
PD Han vuelto!!!!!! ¿Pero cómo es posible? Buscando la imagen para el post he visto miles de bloggers de moda vestida igualitas que yo en las cuevas de Nerja. Es el jodido apocalipsis de la estética. Lo llaman vintage. Por mucho nombre francés, esos son los mismos pantalones que yo di a la Parroquia. Ya estoy oyendo a mi madre: "Si ya te lo dije nena, lo que es bonito, es bonito ahora y con los romanos".