jueves, 14 de octubre de 2010

40. Le quitas lo negro al plátano y está buenísimo.

Mamá, si le quito lo negro al plátano suelen quedar dos opciones:
1- Me quedo sin plátano, porque el negro está por todos los lados.
2- Me como una especie de puré de plátano dulzón que me da un para atrás que no puedo sorportar, y lo único que se puede morder de ese plátano son los asqueros hilos.
Y se me hace bolo. Sí, con 31 años, hay cosas que se me hacen bolo. No entiendo cómo pasa y mi madre tampoco pero ¡eh! ahí está el bolo de plátano pasado para demostrarlo.
-Nena, ese plátano no está pasado. Está maduro. Le quitas lo negro y está buenísimo.
- Pues a mí no me gusta tan blando.
- Pero si es cómo más rico está. Anda come un poco.
- Mamá, pero si parece puré. Me da asco.
- Nena, nunca puedes decir de la comida que da asco. ¿Qué pasa? ¿Soy yo una asquerosa porque a mí me gusta maduro?
- Pues comételo tú.
- Te voy a estampar el plátano en la cara, a ver si está lo suficientemente blando o no.
Oye, mira, las palabras mágicas: plátano y estampar. No hay mejor sistema para tragar un bolo.

Cuando utilizaba el consejo:
Lo negro del plátano es un ejemplo de la economía de madre. Sirve con los melócotones, peras, cerezas, manzanas:
- Mamíiiiíii está manzana tiene gusanos.
- Que no me llames mami, por dios, que no me llames mami, que a mí las niñas cursis me dan jaqueca.
- Mamá, están golpeadas y parece que tienen gusanos, están llenas de agujeros...
- A ver, dame- cogía una, la partía por la mitad- lo que les pasa es que son de huerto, y son manzanas de verdad, no como las que salen en la tele, que son de plástico. Que os engañan con cualquier cosa. Serán bonitas y brillantes pero no saben a manzana. Estás están buenísimas aunque sean feuchas. Y cómetela ya.
- Pero mamá, que por aquí veo un hueco como de gusano.
- Pues le quitas esa esquina y listo. Y déjame tranquila que tengo mucho que hacer.

La esquina se le quitaba a todo: al queso mohoso, a la mayonesa amarillenta, al jamón de york un poco seco, a los tomates golpeados. Bajo una  premisa por la que todos los niños de mi generación podremos sobrevivir ante terribles hambrunas: "Lo que no mata engorda". Y, oye, seguimos vivos.

Consecuencias el consejo:
Como con miedo, en tensión: ¿esto me engordará o me matará? Un poco rollo ruleta rusa: ¿esta empanadilla será la última? Y sobre todo, no creo para nada en las fechas de "Consumir preferentemente antes de". ¡Vamos hombre! Tu pones a mi madre a poner esos sellos y terminamos con el hambre en el mundo.

Excepciones para utilizarlo:
Todas. Lo siento futuros hijos míos. No os metiré diciendo que está buenísimo. A mí los platanos muy maduros no me gustan, pero no es suficiente motivo para tirarlos, como diría mi madre: "Por Dios, con la de niños que hay muriéndose de hambre en África".