domingo, 10 de octubre de 2010

39. No tires eso que se puede aprovechar.



Kill The Heel
  Según mi madre todo se puede aprovechar, especialmente la ropa. Este era básicamente el ciclo de la vestimenta en mi casa.
Primero, te vestías con ropa heredada:
- Las camisetas que mis primas no querían porque: A eran de propaganda de la carnicería del barrio, B eran de algún color espantoso por ejemplo verde lima a aguas, C tenían un estampado completamente equivocado. Por ejemplo, tuve un chandal con un print de leopardo en rosa y morado en un tejido que a mi madre le parecía lo más de lo más: el táctel. "Nena, no se plancha, no se ensucia y es casi impermeable", me decía ufana. "Ya mamá, pero brillo demasiado, reflejo la luz como el faro de la bici, y me resbalo de la silla", decía yo menos ufana. "Pues te agarras mejor, que te quejas por cualquier cosa".
- Cuando ya estaban completamente pasadas de moda y habían perdido su color, las ropas heredadas pasaban al cajón de los disfraces. "Guarda eso para el disfraz de fin de curso ¿de qué querías ir? Ah sí de Madonna, ya vas a ver qué éxito". "Mamá, Madonna no lleva chandals de táctel. Esa ropa es super cutre incluso para un disfraz". "Y tu eres demasiado super listilla, que con la pinta de fantoche que lleva, cualquier cosa te sirve".
- Cuando ya me había disfrazado de Madonna unas 4 veces y 3 de zíngara, ella lo llamaba zíngara pero las mendigas del barrio quedaban glamurosas a mi lado, la ropa se trasformaba en paños de cocina.
- Cuando los paños de cocina usados habían perdido la dignidad, les llegaba el turno de ser mopas para el suelo. "Nena, ponte esos paños en las zapatillas y arrástrate por la casa, que hay que sacarle un poco de brillo al parqué que lo tengo muy tristón. ¡Nenaaaaa! (Esta es mi madre gritando desde la cocina) Y no derrapes, que la última vez que derrapaste, ¿te acuerdas lo que pasó? Te lo voy a recordar, por si acaso: que conseguiste ponerte el dedo pequeño del pie mirando para el talón. ¿Te acuerdas ahora? Sí, nos acordamos todos ¿verdad nena? Hasta el médico aquel que te sacó fotos porque nunca había visto una fractura así, que ya le dije yo, que la niña nos ha salido especial hasta para partirse un dedo. Pues eso, nada de derrapar".
- Y ya por fin, aquella ropa inmunda conseguía su merecido descanso.

Segundo ciclo económico de la ropa.  Esta era la parte en la que mi madre me compraba ropa, sólo para mí. Pero ¡ah! no hay que emocionarse antes de tiempo. La premisa era: comprar todo dos tallas más para cuando creciera:
- Te está un poco grande nena, pero así te lo podrás poner dentro de un par de años- me decía mientras trataba de colocarme un falda que a Monserrat Caballé le hubiera quedado holgada.
- Pero mamá, si me la piso al andar que parece que tengo cola y aquí dentro cabe otra niña gorda.
- Tonterías. Que creces muy rápido nena, y no hay que tirar el dinero,que como tú no lo ganas pues no sabes lo que cuesta conseguirlo. En un par de meses te quedará estupenda, que te quejas por todo.
- Pero mamíííí, si las mangas de la chaqueta me llegan a las rodillas.
- Bah, bah, eso la remangamos un poco...- y me subía todo el exceso de tejido por los brazos.
- ¡Mamá! Ahora no puedo doblar los codos.
- Pues mejor nena, así, no te arrugas la ropa.
Pasados los dos años:
- Mamá, esta falda me está muy corta.
- Anda, anda, si no enseñas las piernas ahora ¿cuándo lo vas a hacer?
- Pero que me da frío, que justo me tapa el culo.
- Pues te pones unos leotardos, que eres muy quejica.
- Y tiene un agujero.
- Huy nena, te he comprado unas pegatinas de esas que se planchan a la ropa de Snoppy que lo tapan del todo, y encima le dan otro aire, que parece nuevo.
- Pero mamá, Snoppy es para niños y la chaqueta a juego me queda como si fuera de manga corta.
- Ay nena, que cansada eres. Ahora se llevan así, se llama manga francesa. Es lo último y Snoppy también.

Pues eso, el reciclaje lo inventó mi madre, e imaginación no le faltaba para colarte cualquier cosa. Y cuando ya no había manera de meterse en aquellas faldas, cuando le había sacado las pinzas al uniforme porque las tetas ya no entraban allí dentro, cuando las chaquetas se convertían en manga a la sisa, entonces, sí:
- Pues se lo das a tu hermana, que seguro que le queda monísimo.

Consecuencias del consejo:
Mi hermana me odia un poco. Y le encanta estrenar ropa y llamarme para decímerlo. No se lo tengo en cuenta, después de que ella tuviera que llevar aquel espantoso chándal de táctel, al que ya le habían puesto rodilleras después de mi segundo derrape, oye, le perdono lo que sea.

Segunda consecuencia: yo todavía me pongo la ropa de los 17 años. Ahora, a mi madre no le hace ninguna gracia, claro:
- Nena, tienes 31 años ¿no crees que ya puedes tirar esa chupa de cuero que te compré en segundo de BUP? Que yo recuerde era azul marino, y ahora es gris.
- ¿Pero no hay que aprovecharlo todo?
- Sí pero también hay que encontrarte un novio (golpe bajo), y con esa pinta de indigente no te van a querer ni los de Caritas.
Pequeña depresión tipo: voy a morir sola.

Excepciones para utilizar el consejo:
Futuros hijos míos, tenéis suerte. En mi época no había Primark ni H&M, eso sí, no quiero saber nada de derrapes y vosotros no tendréis que sabes nada de coderas. ¿Queda claro?