Sí, tengo padre. Pero mi padre no es un drama papá. Es más bien lo opuesto. Voy a intentar ejemplificar por oposición su diferentes maneras de educar:
Cómo dar órdenes:
Drama mamá: "Nena, pon la mesa hoy antes de que lleguemos. Que tu padre tiene poco tiempo para comer y se le pone ese caracter un poco como torcido. Pon la vajilla de diario, ni se te ocurra poner la buena, que ya rompiste un plato la última vez. Y acuérdate de poner mantel. Que ahora la gente piensa que no hace falta, pero comer con mantel de tela es algo que no se debería perder. ¿Qué es eso de comer como en las tabernas? En mi casa se come como Dios manda: con mantel y servilletas de tela. Que lo que se aprende en casa, se hace luego. Y pon cucharas que hoy tenemos sopa. Mira a ver si hay cuatro iguales de las que tienen un lazo en la base, si no, te friegas una, que no te va a pasar nada. Y pon salvamanteles, que siempre se te olvida. ¿Me has oído nena?".
No drama papá: Mi padre no gasta palabras. Te deja un cuchillo encima de la mesa de la cocina y mi hermana y yo que ya conocemos su lenguaje subliminal sabemos que tenemos que poner la mesa. Listo.
Cuando nos llamaban a comer:
Drama mamá: "Nenassssss a comer. Mira que como tenga que ir yo. Que os he dicho que apaguéis la tele. Que os quedáis como embobadas, que parecéis dos zombis. No lo vuelvo a repetir: a comer ahora mismo o estáis castigadas un mes sin tele. A ver si así aprendéis a obedecer a la primera".
No drama papá: cortaba la luz general de la casa. No había tele. A comer. Listo.
Respecto a gastar mucho dinero:
Drama mamá: "30.000 pesetas de factura de teléfono. Nena, te vas a pasar la vida pagándome esta factura. ¿Me has oído? ¿Pero tu te crees que somos los dueños de Teléfonica? ¿Y de qué hablas? Si tienes 15 años, qué vas tener tú que contarle a nadie. No lo entiendo, de verdad. De qué hablas con tus amigas para gastar 30.000 pesetas si las acabas de ver. Pero, óyeme, una y no más. Tú al teléfono no te acercas. Me vas a matar de un disgusto. Pero qué te has pensado tú que eres hija de millonarios ¿no? Esto se va a acabar. Ya puedes aprender a comunicarte con Martita con tambores, porque lo que es la teléfono ni te acerques. Ya vas a ver cuando se entere tu padre".
No drama papá: Ese día cuando llegué a casa. La factura de 30.000 pesetas estaba pegada por fuera de la puerta, en el descansillo para recocijo de todos mis vecinos, con una nota de mi padre: "Piénsatelo antes de entrar". Listo. Yo me lo pensé, y me quedé en las escaleras llorando hasta que oí que se metían en la cama. Me colé sigilosa, bueno no tanto, porque mi madre vino corriendo y susurrando: "Te lo dije, nena, te dije que se iba a enfadar. ¿Has cenado algo? ¿Te hago una tortilla?". Ella se enfada mucho pero con la alimentación no se juega.
Sobre llegar tarde:
Drama mamá: "¿Pero qué horas son estas para llegar a casa? De verdad que no entiedo qué hacéis por ahi a estas horas. Y mira cómo vienes, con los ojos que da pena verte. ¿Qué has tomado? Algo has tenido que beber para traer esa cara. Que disgustos, por Dios, qué disgustos me das. Llevo toda la noche sin dormir, venga a dar vueltas pensando que te había pasado algo, y tú, tan tranquila, con la de violadores que hay. Yo no entiendo a la juventud de ahora. Yo a tu edad ya tenía hijos y no andaba por los bares, como una cualquiera. Ay, si hubieras tenido unos padres como los míos, otro gallo nos cantaría. Habrás cenado algo por lo menos, ¿no? ¿Te hago una tortilla?".
No drama papá: A la siguiente mañana: "Nena, a las tres de la mañana, a casa se llegada meada y cenada. Como vuelvas a armar semejante alboroto, te cierro con llave por dentro". Listo, porque tengo bien claro que me hubiera cerrado.
Sobre ponerme un pendiente en la nariz:
Drama mamá: "Estás loca nena. Eso es lo que te pasa. ¿Un pendiente en la nariz? Bajo mi cadaver ¿me oyes? Cuando vivas fuera de mi casa haces todas las locuras que te de la gana, pero mientras vivas bajo mi techo no te dejo que te agujerees el cuerpo. Lo que nos faltaba. Te mando interna. Palabra que te mando interna como aparezcas con un pendiente. ¿Tú has visto a alguien normal con un pendiente? No, no, no. Lo que tengo que aguantar. ¡Me estoy ganando el cielo contigo! Que castigo señor. Como se entere tu padre...".
No drama papá: "Si tu te haces un pendiente, yo voy a ir a buscarte al colegio todos los días con una pamela. ¿Vamos al practicante a que te lo hagan? Yo te lo pago". Oye listo. Se me pasó la idea.
Consecuencias del consejo:
Dadme mil enfados de mi madre frente a un mosqueo de mi padre. Yo me apaño.
Fobia a las pamelas y extraña relación mental entre los disgustos y las tortillas.
Excepciones para utilizarlo:
Son el equipo perfecto. Lo que le sobra a uno le falta al otro. Ojalá futuros hijos míos tengáis las suerte de tener dos padres que se equilibre tan bien, porque imaginaros que os tocan dos drama papás. Eso no hay ser humano que lo soporte.
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domingo, 24 de octubre de 2010
lunes, 18 de octubre de 2010
41. Nena, abrígate que viene un frente.
adn.es |
-Mamá, he oído en el parte que viene una ola de frío.
Y se le eriza la piel como si hubiera visto al mismo diablo. A mi madre, el cambio climático no le parece tan malo porque va a hacer más calor. Y los nórdicos le dan un pena que no puede:
- Esa pobre gente, todo el año con frío a punto de coger un resfriado. Qué horror. Nena, si alguna vez hay una tercera guerra mundial tú te vas para el sur, que bastante jodida es una guerra como para que encima pases frío.
- Mamá... Has dicho "jodida"...
- ¡Nena, por Dios! Que te estoy hablando de una cosa muy seria, déjate de tonterías. Tú te vas para el sur, que con calor, el hambre es menos mala.
Sí, esa es la peor pesadilla de mi madre: su hija malcomiendo y muerta de frío. Su propia versión del apocalipsis.
Ella vive la meteorología como si fuera una telenovela. Está completamente enganchada. Tiene termómetros dentro y fuera de casa, una pequeña estación meteorología y una figura de una pastora con una oveja que cambia de color en función del tiempo. Le tiene una fe absoluta. Incluso le pone velas cuando quiere que pare de llover. Así que ayer me llamó, y me dice:
- Nena, ¿has sacado los abrigos de invierno? Que la oveja esta azul, azul. Y eso es que mañana viene un frente.
- Pues chica, aquí hace 20 grados. He estado tomándome un café en una terraza en la calle y se estaba tan agusto.
- Tú siempre estás en la calle, ¿en casa no tienes café? Ya son ganas de gastar, luego vienen los lloros de que no tienes dinero. Pero bueno, tú sabrás, ya eres mayor para perder el tiempo y el dinero en lo que quieras. Ahora, si te da por seguir siendo una derrochona mañana, te coges un abrigo, que la pastora está azul, y he visto la estación y da descenso de hasta 7 grados, y ya me estoy notando yo en esta rodilla que viene lluvia.
Coño, yo no sé para que España se gasta dinero en el Meteosat, si con una llamada a mi madre les bastaba. Ella cree en los meteorólogos cómo la gente en los astrólogos:
- Yo es que he sido muy de José Antonio Maldonado de la 1, que me acertaba mucho. Y se toma esto en serio, no como el muchacho de La Sexta que hace bromas. El tiempo es una cosa muy seria como para andar con jueguecitos Muy modernos eso es lo que son. Y también me gusta una chica nueva que hay en la 1 que tiene pinta de limpia, y cuenta muy bien todo: de dónde va dar el viento en cada provincia y bien clarito. Que en algunos canales sólo hablan de Madrid, y en provincias también nos enfríamos, y pillamos la gripe. Y más aquí, que un día te pilla el viento norte y te da un aire que te paraliza la cara. El de la Ser, ese que tiene nombre de mujer mayor, Florenci, ese, pues me hace gracia. Es demasiado optimista pero, chica, cuando se acerca el fin de semana sólo tengo ganas de oír buenas noticias, y llámame loca, pero le hago caso, y me acierta bastante, aunque ya te digo es muy optimista, y yo por si acaso siempre echo una chaqueta de más. Y bueno, mi pastora, que no me falla nunca, y hoy está azul. Así que mañana, no te olvides el abrigo.
Creo que si mi madre descubriera que en internet puede ver el tiempo que hace en todo el mundo, y todas las aplicaciones que hay sobre el clima, entraría en colapso.
Consecuencias del consejo:
No me sé abrigar sola. Llevo toda la vida escuchando qué debía ponerme la noche anterior. Incluso ahora que vivo lejos de mi madre, me llama y me informa. Así que, si un día no hablo con ella, o en Madrid el clima es distinto, me pilla por sorpresa, desabrigada. Yo a ella no se lo digo, porque si le digo que he pasado frío se echa a llorar y se lleva un disgusto enorme.
Otra consecuencia es que yo sufro mis resfriados en silencio. No le puedo decir que estoy mala porque me echa la bronca por no haberme abrigado, así que me inflo a Couldina y Lizipaina para que no me lo note en la voz cuando le llamo. Eso sí, luego tengo que aguantar cosas como:
- ¿Ves nena? Llevas 10 años sin cogerte un catarro, y todo por abrigarte bien. Ay... si me hicieras caso en todo, algo mejor te iría en la vida...
Excepciones para utilizar el consejo:
Futuros hijos míos, si algún día tomo alguna decisión en función del cambio de color de una oveja, podéis estamparla contra el suelo. Eso sí, si viene frío, os abrigáis, no os vaya a dar un aire.
jueves, 14 de octubre de 2010
40. Le quitas lo negro al plátano y está buenísimo.
1- Me quedo sin plátano, porque el negro está por todos los lados.
2- Me como una especie de puré de plátano dulzón que me da un para atrás que no puedo sorportar, y lo único que se puede morder de ese plátano son los asqueros hilos.
Y se me hace bolo. Sí, con 31 años, hay cosas que se me hacen bolo. No entiendo cómo pasa y mi madre tampoco pero ¡eh! ahí está el bolo de plátano pasado para demostrarlo.
-Nena, ese plátano no está pasado. Está maduro. Le quitas lo negro y está buenísimo.
- Pues a mí no me gusta tan blando.- Pero si es cómo más rico está. Anda come un poco.
- Mamá, pero si parece puré. Me da asco.
- Nena, nunca puedes decir de la comida que da asco. ¿Qué pasa? ¿Soy yo una asquerosa porque a mí me gusta maduro?
- Pues comételo tú.
- Te voy a estampar el plátano en la cara, a ver si está lo suficientemente blando o no.
Oye, mira, las palabras mágicas: plátano y estampar. No hay mejor sistema para tragar un bolo.
Cuando utilizaba el consejo:
Lo negro del plátano es un ejemplo de la economía de madre. Sirve con los melócotones, peras, cerezas, manzanas:
- Mamíiiiíii está manzana tiene gusanos.
- Que no me llames mami, por dios, que no me llames mami, que a mí las niñas cursis me dan jaqueca.
- Mamá, están golpeadas y parece que tienen gusanos, están llenas de agujeros...
- A ver, dame- cogía una, la partía por la mitad- lo que les pasa es que son de huerto, y son manzanas de verdad, no como las que salen en la tele, que son de plástico. Que os engañan con cualquier cosa. Serán bonitas y brillantes pero no saben a manzana. Estás están buenísimas aunque sean feuchas. Y cómetela ya.
- Pero mamá, que por aquí veo un hueco como de gusano.
- Pues le quitas esa esquina y listo. Y déjame tranquila que tengo mucho que hacer.
Consecuencias el consejo:
Como con miedo, en tensión: ¿esto me engordará o me matará? Un poco rollo ruleta rusa: ¿esta empanadilla será la última? Y sobre todo, no creo para nada en las fechas de "Consumir preferentemente antes de". ¡Vamos hombre! Tu pones a mi madre a poner esos sellos y terminamos con el hambre en el mundo.
Excepciones para utilizarlo:
Todas. Lo siento futuros hijos míos. No os metiré diciendo que está buenísimo. A mí los platanos muy maduros no me gustan, pero no es suficiente motivo para tirarlos, como diría mi madre: "Por Dios, con la de niños que hay muriéndose de hambre en África".
domingo, 10 de octubre de 2010
39. No tires eso que se puede aprovechar.
Según mi madre todo se puede aprovechar, especialmente la ropa. Este era básicamente el ciclo de la vestimenta en mi casa.
Primero, te vestías con ropa heredada:
- Las camisetas que mis primas no querían porque: A eran de propaganda de la carnicería del barrio, B eran de algún color espantoso por ejemplo verde lima a aguas, C tenían un estampado completamente equivocado. Por ejemplo, tuve un chandal con un print de leopardo en rosa y morado en un tejido que a mi madre le parecía lo más de lo más: el táctel. "Nena, no se plancha, no se ensucia y es casi impermeable", me decía ufana. "Ya mamá, pero brillo demasiado, reflejo la luz como el faro de la bici, y me resbalo de la silla", decía yo menos ufana. "Pues te agarras mejor, que te quejas por cualquier cosa".
- Cuando ya estaban completamente pasadas de moda y habían perdido su color, las ropas heredadas pasaban al cajón de los disfraces. "Guarda eso para el disfraz de fin de curso ¿de qué querías ir? Ah sí de Madonna, ya vas a ver qué éxito". "Mamá, Madonna no lleva chandals de táctel. Esa ropa es super cutre incluso para un disfraz". "Y tu eres demasiado super listilla, que con la pinta de fantoche que lleva, cualquier cosa te sirve".
- Cuando ya me había disfrazado de Madonna unas 4 veces y 3 de zíngara, ella lo llamaba zíngara pero las mendigas del barrio quedaban glamurosas a mi lado, la ropa se trasformaba en paños de cocina.
- Cuando los paños de cocina usados habían perdido la dignidad, les llegaba el turno de ser mopas para el suelo. "Nena, ponte esos paños en las zapatillas y arrástrate por la casa, que hay que sacarle un poco de brillo al parqué que lo tengo muy tristón. ¡Nenaaaaa! (Esta es mi madre gritando desde la cocina) Y no derrapes, que la última vez que derrapaste, ¿te acuerdas lo que pasó? Te lo voy a recordar, por si acaso: que conseguiste ponerte el dedo pequeño del pie mirando para el talón. ¿Te acuerdas ahora? Sí, nos acordamos todos ¿verdad nena? Hasta el médico aquel que te sacó fotos porque nunca había visto una fractura así, que ya le dije yo, que la niña nos ha salido especial hasta para partirse un dedo. Pues eso, nada de derrapar".
- Y ya por fin, aquella ropa inmunda conseguía su merecido descanso.
Segundo ciclo económico de la ropa. Esta era la parte en la que mi madre me compraba ropa, sólo para mí. Pero ¡ah! no hay que emocionarse antes de tiempo. La premisa era: comprar todo dos tallas más para cuando creciera:
- Te está un poco grande nena, pero así te lo podrás poner dentro de un par de años- me decía mientras trataba de colocarme un falda que a Monserrat Caballé le hubiera quedado holgada.
- Pero mamá, si me la piso al andar que parece que tengo cola y aquí dentro cabe otra niña gorda.
- Tonterías. Que creces muy rápido nena, y no hay que tirar el dinero,que como tú no lo ganas pues no sabes lo que cuesta conseguirlo. En un par de meses te quedará estupenda, que te quejas por todo.
- Pero mamíííí, si las mangas de la chaqueta me llegan a las rodillas.
- Bah, bah, eso la remangamos un poco...- y me subía todo el exceso de tejido por los brazos.
- ¡Mamá! Ahora no puedo doblar los codos.
- Pues mejor nena, así, no te arrugas la ropa.
Pasados los dos años:
- Mamá, esta falda me está muy corta.
- Anda, anda, si no enseñas las piernas ahora ¿cuándo lo vas a hacer?
- Pero que me da frío, que justo me tapa el culo.
- Pues te pones unos leotardos, que eres muy quejica.
- Y tiene un agujero.
- Huy nena, te he comprado unas pegatinas de esas que se planchan a la ropa de Snoppy que lo tapan del todo, y encima le dan otro aire, que parece nuevo.
- Pero mamá, Snoppy es para niños y la chaqueta a juego me queda como si fuera de manga corta.
- Ay nena, que cansada eres. Ahora se llevan así, se llama manga francesa. Es lo último y Snoppy también.
Pues eso, el reciclaje lo inventó mi madre, e imaginación no le faltaba para colarte cualquier cosa. Y cuando ya no había manera de meterse en aquellas faldas, cuando le había sacado las pinzas al uniforme porque las tetas ya no entraban allí dentro, cuando las chaquetas se convertían en manga a la sisa, entonces, sí:
- Pues se lo das a tu hermana, que seguro que le queda monísimo.
Consecuencias del consejo:
Mi hermana me odia un poco. Y le encanta estrenar ropa y llamarme para decímerlo. No se lo tengo en cuenta, después de que ella tuviera que llevar aquel espantoso chándal de táctel, al que ya le habían puesto rodilleras después de mi segundo derrape, oye, le perdono lo que sea.
Segunda consecuencia: yo todavía me pongo la ropa de los 17 años. Ahora, a mi madre no le hace ninguna gracia, claro:
- Nena, tienes 31 años ¿no crees que ya puedes tirar esa chupa de cuero que te compré en segundo de BUP? Que yo recuerde era azul marino, y ahora es gris.
- ¿Pero no hay que aprovecharlo todo?
- Sí pero también hay que encontrarte un novio (golpe bajo), y con esa pinta de indigente no te van a querer ni los de Caritas.
Pequeña depresión tipo: voy a morir sola.
Excepciones para utilizar el consejo:
Futuros hijos míos, tenéis suerte. En mi época no había Primark ni H&M, eso sí, no quiero saber nada de derrapes y vosotros no tendréis que sabes nada de coderas. ¿Queda claro?
Kill The Heel |
Primero, te vestías con ropa heredada:
- Las camisetas que mis primas no querían porque: A eran de propaganda de la carnicería del barrio, B eran de algún color espantoso por ejemplo verde lima a aguas, C tenían un estampado completamente equivocado. Por ejemplo, tuve un chandal con un print de leopardo en rosa y morado en un tejido que a mi madre le parecía lo más de lo más: el táctel. "Nena, no se plancha, no se ensucia y es casi impermeable", me decía ufana. "Ya mamá, pero brillo demasiado, reflejo la luz como el faro de la bici, y me resbalo de la silla", decía yo menos ufana. "Pues te agarras mejor, que te quejas por cualquier cosa".
- Cuando ya estaban completamente pasadas de moda y habían perdido su color, las ropas heredadas pasaban al cajón de los disfraces. "Guarda eso para el disfraz de fin de curso ¿de qué querías ir? Ah sí de Madonna, ya vas a ver qué éxito". "Mamá, Madonna no lleva chandals de táctel. Esa ropa es super cutre incluso para un disfraz". "Y tu eres demasiado super listilla, que con la pinta de fantoche que lleva, cualquier cosa te sirve".
- Cuando ya me había disfrazado de Madonna unas 4 veces y 3 de zíngara, ella lo llamaba zíngara pero las mendigas del barrio quedaban glamurosas a mi lado, la ropa se trasformaba en paños de cocina.
- Cuando los paños de cocina usados habían perdido la dignidad, les llegaba el turno de ser mopas para el suelo. "Nena, ponte esos paños en las zapatillas y arrástrate por la casa, que hay que sacarle un poco de brillo al parqué que lo tengo muy tristón. ¡Nenaaaaa! (Esta es mi madre gritando desde la cocina) Y no derrapes, que la última vez que derrapaste, ¿te acuerdas lo que pasó? Te lo voy a recordar, por si acaso: que conseguiste ponerte el dedo pequeño del pie mirando para el talón. ¿Te acuerdas ahora? Sí, nos acordamos todos ¿verdad nena? Hasta el médico aquel que te sacó fotos porque nunca había visto una fractura así, que ya le dije yo, que la niña nos ha salido especial hasta para partirse un dedo. Pues eso, nada de derrapar".
- Y ya por fin, aquella ropa inmunda conseguía su merecido descanso.
Segundo ciclo económico de la ropa. Esta era la parte en la que mi madre me compraba ropa, sólo para mí. Pero ¡ah! no hay que emocionarse antes de tiempo. La premisa era: comprar todo dos tallas más para cuando creciera:
- Te está un poco grande nena, pero así te lo podrás poner dentro de un par de años- me decía mientras trataba de colocarme un falda que a Monserrat Caballé le hubiera quedado holgada.
- Pero mamá, si me la piso al andar que parece que tengo cola y aquí dentro cabe otra niña gorda.
- Tonterías. Que creces muy rápido nena, y no hay que tirar el dinero,que como tú no lo ganas pues no sabes lo que cuesta conseguirlo. En un par de meses te quedará estupenda, que te quejas por todo.
- Pero mamíííí, si las mangas de la chaqueta me llegan a las rodillas.
- Bah, bah, eso la remangamos un poco...- y me subía todo el exceso de tejido por los brazos.
- ¡Mamá! Ahora no puedo doblar los codos.
- Pues mejor nena, así, no te arrugas la ropa.
Pasados los dos años:
- Mamá, esta falda me está muy corta.
- Anda, anda, si no enseñas las piernas ahora ¿cuándo lo vas a hacer?
- Pero que me da frío, que justo me tapa el culo.
- Pues te pones unos leotardos, que eres muy quejica.
- Y tiene un agujero.
- Huy nena, te he comprado unas pegatinas de esas que se planchan a la ropa de Snoppy que lo tapan del todo, y encima le dan otro aire, que parece nuevo.
- Pero mamá, Snoppy es para niños y la chaqueta a juego me queda como si fuera de manga corta.
- Ay nena, que cansada eres. Ahora se llevan así, se llama manga francesa. Es lo último y Snoppy también.
Pues eso, el reciclaje lo inventó mi madre, e imaginación no le faltaba para colarte cualquier cosa. Y cuando ya no había manera de meterse en aquellas faldas, cuando le había sacado las pinzas al uniforme porque las tetas ya no entraban allí dentro, cuando las chaquetas se convertían en manga a la sisa, entonces, sí:
- Pues se lo das a tu hermana, que seguro que le queda monísimo.
Consecuencias del consejo:
Mi hermana me odia un poco. Y le encanta estrenar ropa y llamarme para decímerlo. No se lo tengo en cuenta, después de que ella tuviera que llevar aquel espantoso chándal de táctel, al que ya le habían puesto rodilleras después de mi segundo derrape, oye, le perdono lo que sea.
Segunda consecuencia: yo todavía me pongo la ropa de los 17 años. Ahora, a mi madre no le hace ninguna gracia, claro:
- Nena, tienes 31 años ¿no crees que ya puedes tirar esa chupa de cuero que te compré en segundo de BUP? Que yo recuerde era azul marino, y ahora es gris.
- ¿Pero no hay que aprovecharlo todo?
- Sí pero también hay que encontrarte un novio (golpe bajo), y con esa pinta de indigente no te van a querer ni los de Caritas.
Pequeña depresión tipo: voy a morir sola.
Excepciones para utilizar el consejo:
Futuros hijos míos, tenéis suerte. En mi época no había Primark ni H&M, eso sí, no quiero saber nada de derrapes y vosotros no tendréis que sabes nada de coderas. ¿Queda claro?
lunes, 4 de octubre de 2010
38. Nena, los pantalones tienen que llegar a la cintura.
- Nena, los pantalones tienen que llegar a la cintura. Por eso, la parte de arriba de los pantalones se llama cintura. Donde se pone el cinturón ¿Ves como es muy fácil de entender? Las palabras lo dicen bien clarito. Si hubieran querido que tú llevaras los pantalones a la cadera, esa zona se llamaría cadera. Pero no, no, no... Se llama cintura y es exactamente ahí donde te tienen que llegar los vaqueros.
- ¿Si hubieran querido quienes?
- Dios y los inventores de los pantalones. Y como digas una palabra más nena, este año te pagas la ropa tú. Que te estás volviendo muy respondona, muy respondona. Y hortera. También te estás volviendo un poco hortera.
Cuando utilizaba el consejo:
Invariablemente este consejo viene justo después de cogerme de los pantalones cuando los llevo puestos y meterme un tirón hacia arriba. Es ligeramente doloroso y absolutamente irritante, sobre todo a los 31 años.
Primero, el tirón, y luego:
- De verdad que no entiendo esa manía de llevar los pantalones bajos. No te favorecen nada nena. El cuerpo de la mujer está hecho para ceñirse en la cintura, CINTURA, y el hombre en la cadera, CADERA. Te lo repito así despacito, porque parece que a ritmo normal no te entra. ¡Pero si te marca todos los cuadriles! Porque tú eres flaca pero eres mujer de cuadriles. Pero noooo. Ahora llega la moda y todas como tontas a deformaros la silueta. Porque ese corte te deforma la silueta. Sólo yo te digo la verdad. Tus amigas te dirán que vas monísima. Seguro. Pero yo soy tu madre y estoy obligada a decirte la verdad: pareces un palo.
- Mamá, no tienes ni idea de lo que se lleva- le decía yo a los 15 años.
- Ni falta que me hace, nena. De toda la vida de Dios, los cánones de belleza son los que son. Básicamente porque la cintura está donde está. ¿Lo entiendes?
- Los cánones también cambian.
- Pues no nena, los cánones son para siempre. Si no se llamarían modas, y si fueran como esta moda de llevar los pantalones por la cadera se llamarían modas de mierda.
- Mamá, has dicho mierda...
- Y poco me parece. Que viene un tarado y dice que lo que se lleva es ponerse una gallina en la cabeza, y ale, todas corriendo a comprar vuestra gallina.
- Pero mamááá... Todo el mundo los lleva así.
- A mí lo que haga todo el mundo me importa un pepino. Yo no te pienso pagar esos vaqueros, pero si se te ve toda la tripa. Una fulanilla es lo que pareces. Por ahí no paso. ¡Una hija mía vestida como una fulana! Cuando tengas tu dinero te compras lo que quieras, mientras tanto elijo yo.
Vale, mamá, el dinero era tuyo. Pero a los 31 años sigues tirando de mis pantalones y explicándome la diferencia entre cadera y cintura. Lo entiendo, pero no quiero parecer el Cachuli. Es una decisión personal.
Consecuencias del consejo:
Leves. Quitando que hasta los 18 llevaba pantalones sobaqueros por lo que he tenido que quemar tres albumes familiares.
Cierta desorientación en mi madre: "Nena, ¿no había fotos del viaje a Nerja? Es que no las encuentro. Para mí que teníamos una foto los cuatro en la puerta de las cuevas de Nerja en las que estábamos todos muy bien. Tu hermana con ese vestido con babero que le quedaba tan mono. Chica, la recuerdo perfectamente, pero no hay manera de encontrarla".
Excepciones para utilizarlo con mis hijos:
Espero con toda mi ilusión que no vuelva la moda cachuli, por vuestro bien, el mío y el las futuras generaciones. Eso y los pantalones nevados, por favor, que no vuelvan los horribles pantalones nevados.
PD Han vuelto!!!!!! ¿Pero cómo es posible? Buscando la imagen para el post he visto miles de bloggers de moda vestida igualitas que yo en las cuevas de Nerja. Es el jodido apocalipsis de la estética. Lo llaman vintage. Por mucho nombre francés, esos son los mismos pantalones que yo di a la Parroquia. Ya estoy oyendo a mi madre: "Si ya te lo dije nena, lo que es bonito, es bonito ahora y con los romanos".
- ¿Si hubieran querido quienes?
- Dios y los inventores de los pantalones. Y como digas una palabra más nena, este año te pagas la ropa tú. Que te estás volviendo muy respondona, muy respondona. Y hortera. También te estás volviendo un poco hortera.
Cuando utilizaba el consejo:
Invariablemente este consejo viene justo después de cogerme de los pantalones cuando los llevo puestos y meterme un tirón hacia arriba. Es ligeramente doloroso y absolutamente irritante, sobre todo a los 31 años.
Primero, el tirón, y luego:
- De verdad que no entiendo esa manía de llevar los pantalones bajos. No te favorecen nada nena. El cuerpo de la mujer está hecho para ceñirse en la cintura, CINTURA, y el hombre en la cadera, CADERA. Te lo repito así despacito, porque parece que a ritmo normal no te entra. ¡Pero si te marca todos los cuadriles! Porque tú eres flaca pero eres mujer de cuadriles. Pero noooo. Ahora llega la moda y todas como tontas a deformaros la silueta. Porque ese corte te deforma la silueta. Sólo yo te digo la verdad. Tus amigas te dirán que vas monísima. Seguro. Pero yo soy tu madre y estoy obligada a decirte la verdad: pareces un palo.
- Mamá, no tienes ni idea de lo que se lleva- le decía yo a los 15 años.
- Ni falta que me hace, nena. De toda la vida de Dios, los cánones de belleza son los que son. Básicamente porque la cintura está donde está. ¿Lo entiendes?
- Los cánones también cambian.
- Pues no nena, los cánones son para siempre. Si no se llamarían modas, y si fueran como esta moda de llevar los pantalones por la cadera se llamarían modas de mierda.
- Mamá, has dicho mierda...
- Y poco me parece. Que viene un tarado y dice que lo que se lleva es ponerse una gallina en la cabeza, y ale, todas corriendo a comprar vuestra gallina.
- Pero mamááá... Todo el mundo los lleva así.
- A mí lo que haga todo el mundo me importa un pepino. Yo no te pienso pagar esos vaqueros, pero si se te ve toda la tripa. Una fulanilla es lo que pareces. Por ahí no paso. ¡Una hija mía vestida como una fulana! Cuando tengas tu dinero te compras lo que quieras, mientras tanto elijo yo.
Vale, mamá, el dinero era tuyo. Pero a los 31 años sigues tirando de mis pantalones y explicándome la diferencia entre cadera y cintura. Lo entiendo, pero no quiero parecer el Cachuli. Es una decisión personal.
Consecuencias del consejo:
Leves. Quitando que hasta los 18 llevaba pantalones sobaqueros por lo que he tenido que quemar tres albumes familiares.
Cierta desorientación en mi madre: "Nena, ¿no había fotos del viaje a Nerja? Es que no las encuentro. Para mí que teníamos una foto los cuatro en la puerta de las cuevas de Nerja en las que estábamos todos muy bien. Tu hermana con ese vestido con babero que le quedaba tan mono. Chica, la recuerdo perfectamente, pero no hay manera de encontrarla".
Excepciones para utilizarlo con mis hijos:
Espero con toda mi ilusión que no vuelva la moda cachuli, por vuestro bien, el mío y el las futuras generaciones. Eso y los pantalones nevados, por favor, que no vuelvan los horribles pantalones nevados.
PD Han vuelto!!!!!! ¿Pero cómo es posible? Buscando la imagen para el post he visto miles de bloggers de moda vestida igualitas que yo en las cuevas de Nerja. Es el jodido apocalipsis de la estética. Lo llaman vintage. Por mucho nombre francés, esos son los mismos pantalones que yo di a la Parroquia. Ya estoy oyendo a mi madre: "Si ya te lo dije nena, lo que es bonito, es bonito ahora y con los romanos".