lunes, 8 de noviembre de 2010

44. Nena, eso es un lujo capitalista.

Mi madre es un ser contradictorio. Desde que recuerdo, ella ha deseado que fuera normal y me ha educado para no serlo.
Yo de pequeña quería ser dimplomática y a mi madre le daba mucha rabia porque le parecía raro. Jugaba a los diplomáticos con mi hermana, y sí, era raro.
- Tú ponte en esa silla y coge ese vaso como si fuera una copa de vino, y vamos a discutir sobre política internacional. Yo soy España y tú eres Portugal.
- Jooo yo no quiero ser Portugal- decía mi hermana.
- Pues Francia no puedes ser porque con los franceses no se puede discutir.
Muy raro. La culpa en realidad era de mi padres que me explicaban cosas complicadísimas para una niña, y a mí se me grababan a fuego. A ellos les hacía gracia que yo repitiera cosas así, hasta que se les fue de las manos.
- Nena, a ver si jugamos a cosas más normales. Por ejemplo a papás y mamás o a profesoras.
- ¿Qué tiene de malo ser diplomática? ¿Si vosotros siempre decís que es el mejor trabajo del mundo?
- Nada nena, no tiene nada de malo pero tú tienes 9 años y deberías jugar con muñecas.
- ¡Pues cómprame una Barbie!
- No empezemos ¿eh? nena, no empezemos.
¿Pero qué querías mamá? ¡Si mis muñecas parecían una jodida reunión de Naciones Unidas!

Otra frase que mis padres me repetían constantemente era: "Eso es un lujo capitalista". Para que os hagáis una idea: la nocilla, el pan bimbo, el chocolate, los cereales, cualquier galleta que no fuera María, los petitsuis, la cocacola... Todo era un lujo capitalista. Y el mini-babybel: un super lujo capitalista.
- Mamá quiero colacao.
- Nena, la leche se toma sola. Si quisieran que tú tomaras la leche con chocolate, las vacas la harían así.
- Pero mamá, toooodoooo el mundo toma la leche con Colacao.
- Pues nosotros no, porque es un lujo capitalista.
Claro que como yo no tenía ni jodida idea de qué significa aquello, pues no podía discutirlo.
Un día en la panadería del barrio, con todas las vecinas alrededor, mi amiga Martita le pidió a mi madre que le comprara una napolitana de chocolate. Y a mí me faltó tiempo:
- Martita, eso es un lujo capitalista y nosotros no lo compramos.
- ¡Ay qué salada es la niña!- me dijo la típica vecina cabrona que vio que allí había materia para la humillación- ¿y tú qué quieres ser de mayor guapa?
- Yo dimplomática para beber siempre buen vino y viajar mucho.
Pellizco de la muerte, pisotón y mi madre de un rojo escarlata.
- Esta niña, de verdad que no sé de dónde saca esas cosas-. Tirones del brazo hasta casa, gritos en el ascensor, pellizco de la muerte, repellizco.
- Un día me matas de un disgusto. Pero ¿quién te mandará a ti decir esas cosas en público? Te voy a mandar interna, te prometo que te voy a mandar interna, para que aprendas.

Consecuencias del consejo:
Me pasé años creyendo que "lujo capitalista" debía ser un insulto parecido a "hijo de puta".
Valoro poco a los diplomáticos: mi imagen de ellos se reduce a gente bebiendo vino y hablando en palacios impresionantes.
No me gusta la cocacola, el colacao justito y nada los petitsuis. Si nunca de pequeña te has acostumbrado a esos sabores, pues de mayor te parecen extraños, sobre todo la cocacola. Esto te hace rara. Muy rara. En los cumpleaños infantiles, en los botellones con el kalimotxo y en la treintena con los cubatas.

Excepciones para utilizarlo:
Futuros hijos míos, no os pienso decir frases que no comprendáis pero quiero ser la madre de un dimplómatico y beber buen vino y vivir retirada en un palacio. ¿Ha quedado claro? Pues eso.