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Cuddle Fish |
Cuándo utilizaba el consejo:
Lo recuerdo desde niña. Yo soy habladora, por si ochenta post no os han servido de pista hasta ahora. La típica niña que lo cuenta todo, que habla cuando no tiene que hablar y a la que se le fija en el cerebro todo tipo de frases. Así que cada vez que iba a entrar en contacto con cualquier entorno social mi madre insistía:
- Nena, no hables de más. Solo cuando te pregunten. Que tú vas y sueltas cualquier cosa. Mejor quedar de muda que de pesada. Y sobre todo, no repitas nada de lo que yo digo. Y no seas indiscreta, por dios, no seas indiscreta. Como el jueves en el autobús, que mira que preguntarle directamente a aquella mujer que qué le pasaba. Por favor, qué vergüenza. Pues qué le va a pasar. Que tenía una chepa terrible. Ay, que cada vez que lo recuerdo me pongo mala (y yo peor, porque con cada recuerdo me llevaba una colleja). Y menos mal que era comprensiva y encima te explicó que porque se había caído. Ya lo sabes. Por saltar en la cama. Te sale chepa por saltar en la cama (esto verdad no es, pero ella aprovechaba para asustarme con cualquier cosa). Así que hoy calladica, que vas a una casa importante. Tú como si no tuvieras lengua. Sonríes y solo hablas para dar las gracias. Y si alguien tiene los ojos bizcos, le falta un brazo o tiene dos cabezas, te callas nena. Te guardas la curiosidad y luego si quieres me preguntas a mí. ¿Has entendido? Y compórtate comiendo. Te sientas bien recta y no pongas los codos sobre la mesa, que es una casa importante. Y aléjate de cualquier cosa que tenga ruedas, eso también. Y no toques nada que se pueda romper. O sea, no toques nada. Ay, yo no sé para qué vas a ir. Tu tía que se ha empeñado pero no sabe lo tremenda que eres. Seguro que tenemos un disgusto.
Este “mini” consejo me lo dio justo antes de que una tía mía me llevara a comer a casa de unos amigos suyos, unos señores que en vez de casa tenían un palacete, y en vez de un balcón, que era a lo que yo estaba acostumbrada, tenía tropecientas mil hectáreas, una piscina y una pista de tenis. Así que según se abrió la verja yo había olvidado todo lo que me había dicho mi madre y tenía un solo objetivo: bañarme en aquella piscina, como fuera. Así que cuando la dueña del espacio más grande que yo había visto nunca me dijo: “Mira que niña más guapa, y que vestido más bonito trae”. Yo no me contuve:
- Pues a mí no me gusta nada, porque es de mi prima, que mi tía le hizo este trozo que se llama nido de abeja, aunque no entiendo por qué, porque a mí las abejas me encantan y esto solo pica un montón por dentro. Además, también lo ha llevado mi prima Raquel y luego otra prima mía, pero como es muy alta pues le tuvieron que poner este volante de abajo, que mi madre dice que tiene una vainica monísima, pero se me engancha en todos los lados, y ya me ha dicho mi madre que como lo rompa, me entero, porque luego lo tiene que llevar mi hermana, aunque van a necesitar un montón de vainica de más por todos los lados, porque mi hermana pesa mucho más que yo, porque es una tragalari, que ya se lo dice mi padre, y eso que la tienen a dieta porque la pediatra dice que se va a quedar enana, que yo no lo entiendo porque también dicen que yo me voy a quedar enana y eso que como fatal, y mi madre dice que más que flaca estoy espiritual y me obliga a comer cualquier cosa en bocadillo. ¿Me puedo bañar en la piscina?
La señora y mi tía casi se mean encima y mi tía sin casi cuando se lo contó a mi madre, que casi me mata, pero como me resfrié porque no salí de la piscina hasta las 9 de la noche, y solo porque ya tenía los labios morados, pues mi madre andaba más preocupada en abrigarme que en matarme, por eso fue un casi.
- Mami, no te enfades. Es que me preguntaron…
- ¿Qué te preguntaron? Que si el traje era heredado de cuarta mano, o que si tu hermana tiene problemas con la comida. Explícame. Porque me parece muy difícil que esa señora te preguntara algo así.
- No sé, me lié un poco, es que había piscina…
- No me lo recuerdes, no me lo recuerdes, que ya me ha dicho tu tía que te has pasado 6 horas en el agua en bragas, que ni has comido, ni nada, y que la sobrina de la casa se ha hecho un chichón porque le enseñaste a jugar a la bomba. Y encima catarro. Es que no se te puede sacar de casa.
Consecuencias del consejo:
Pocas. Siempre pienso que hablo de más. Da igual que me comunique con monosílabos, inevitablemente pienso que ese “sí o no”, era demasiada información. Aunque luego también me abro un blog y cuento todos los detalles de mi infancia. Mi madre me mata.
Segunda consecuencia: si me preguntan no tengo freno. Es como si tuviera la excusa perfecta para la incontinencia verbal.
Excepciones para utilizarlo:
Futuros hijos, este no lo voy a utilizar, porque para cuando vosotros digáis que os queréis bañar en la piscina yo ya habré contado la procedencia de vuestra vestimenta, si coméis mal, si se os dan bien las matemáticas o si vuestra novia es una lagarta. Lo siento, os lo digo desde ya, pero no me contengo, y menos, si hay una piscina por el medio.