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Cuándo lo utilizaba
A mi madre, la voluntad de darte explicaciones no le faltaba. Las cosas como son. "Mamá, ¿por qué me tengo que comer los garbanzos?". "Porque si no, no vas a crecer. Y si no creces, te dejaremos de querer".
Otra cosa es que la respuesta te compensara. "Mamá, ¿por qué no me puedo comer las uñas? Porque se te clavaran en la barriga, y te hacen agujeros, y los garbanzos se te escaparán por ahí, y no crecerás y te dejaremos de querer". Ahí, relajada, educativa...
Pero había una serie de preguntas que terminaban en el frustrante “porque lo digo yo y punto”. Y uno de los que más me frustraban tenía que ver con mi cumpleaños.
Yo no sé vosotros, pero cuando yo era pequeña, el cumpleaños perfecto era de la siguiente manera:
- Con una semana de antelación, entregabas unas invitaciones monísimas a tus amigas especiales unas 14 afortunadas de poseer tu amistad.
- Las invitaciones eran a poder ser de Hello Kitty o de Tarta de Fresa, y si eran con olor, es que eras de clase alta y la estrella total durante varias semanas.
- El día en sí, ibas al colegio con 42 bolsas de chuches para tus compañeros (porque antes en clase éramos 42) que contenían varias gominolas, una bolsa de gusanitos y una piruleta de las que teñían la lengua y los labios de rojo.
- Luego, al salir, las elegidas ibais a una hamburguesería o algo parecido a pasar la tarde. Y ellas te llevaban regalos monísimos de Hello Kitty o de Tarta de Fresa.
Bueno, pues mis cumpleaños comenzaban con mi madre, llamando a las 42 madres de mis compañeras y diciéndoles que nada de regalos. Solo libros, material de papelería o como mucho algo de ropa. Por que “¿Qué es eso de elegir solo a 14 niños? No, no. Tú no vas a ser de las que hacen grupitos. Tú invitas a todas y punto. Y olvídate de la tontería esa de comprar invitaciones. Que son carísimas. Si quieres te saco unos folios y que te los dibuje tu hermana, que así se entretiene. Y no quiero que nadie se sienta obligado a comprarte algo caro. Que habrá mamás que no tengan dinero para eso. Así que 42 libros y ya tienes algo que hacer en verano”.
El día en sí, mi me madre me mandaba con 42 chupachups minimalistas. Es decir, que no solo no teñían la lengua sino que eran de esos pequeñitos que dentro tienen una burbuja de aire y que el palo se cae nada más abrirlos. Después, los 42 niños venían a mi casa. “¿Pero tú te crees que tenemos dinero para pagar la merienda en Don Bocadilllo para todos? No, no. En casa y hacemos unos sandwichs de nocilla, chorizo y mortadela y listo. Y barra libre de gusanitos, fanta y cocacola. Te quejarás nena, que voy a comprar hasta refrescos”.
Como éramos tantos, para que no destrozásemos la casa, mi madre sacaba todos los muebles del salón nos sentaba en el suelo y comenzaba lo que ella llamaba "El un, dos, tres del cole". Se calzaba unas gafas enormes, sentaba a mi padre con una calculadora al lado y ponía un enorme bol de gominolas de las de pela. Y allí que íbamos, a cumplir años con un increíble juego educativo. "Por dos gominolas por respuesta acertada, di tres ríos que pasen por Sevilla". Ajá. Nos tirábamos la tarde con aquello. "Por dos gominolas por respuesta acertada, di tres invertebrados". Para morirse. Yo muerta de vergüenza y mi madre gritando “Campana y se acabó” y mi hermana haciendo tocar una campana como si el mundo se acabara si ella no reventaba aquel badajo y mi no drama papá poniendo cara de: “¿Cómo he llegado yo aquí?”.
- Mamá, y porque yo no puedo tener cumpleaños normales como el resto la gente.
- Pero si los tuyos son los mejores. Que me lo dicen todas las madres, que ellas no tendrían paciencia para hacer eso. Y anda que no se van contentos tus amigos y encima seguro que han aprendido algo nuevo.
- Mamá, los cumpleaños son para divertirse y recibir regalos, para aprender ya vamos al cole. ¿Por qué no les dejas al menos que me traigan lo que quieran?
- Porque lo digo yo, y punto.
Lo dicho. Frustrante.
Consecuencias:
Tengo una biblioteca infantil que ya quisieran muchos colegios.
Segunda consecuencia. Hacia los 12 años, mi madre se hartó y me dio pasta para invitar a 14 amigos al Don Bocadillo. Pues increíblemente, a pesar de mi euforia, en mi clase me hicieron un vacío total por acabar con los mejores cumpleaños de la historia del colegio y privarles de ganar al "Un, dos, tres del cole". Cualquiera entiende a los niños.
Tercera consecuencia: oigo una campanilla y busco a mi hermana. “Por aquí debe de andar la loca esa agitándola”.
Cuarta consecuencia en mi no drama papá y en mí: pesadillas recurrentes en la que nos persiguen Maira Gomez Kent y la Ruperta.
Excepciones para utilizarlo:
Pues intentaré daros buenas razones y evitar el frustrante “porque lo digo yo, y punto”. Y sobre todo, paso del "Un, dos, tres del cole", que no es plan de tirar años de terapia a la basura borrando esa melodía de la cabeza: Un, dos, tres...., aquí estamos con usted otra vez... ¡Mierda! ¡Ha vuelto!
P.D. Psttt, hoy el blog cumple 1 año. Vamos a celebrarlo en bajito no vaya a ser que mi madre me obligue a invitaros a todos a mi casa a merendar, que no tengo tantas gominolas y sobre todo ¿qué narices voy a hacer con tanto libro en un piso de 50 metros cuadrados?