Típica reflexión de madre que ningún niño entiende pero que enciende todas las alertas.
Cuándo lo utilizaba:
Aleatoriamente.
En el mercado.
- Qué precios, ¿pero has visto el precio de los tomates? ¿Cómo quieren que una madre española dé de comer a sus hijos de manera sana a este precio?- y tú la mirabas desde ese bajo mundo de los niños intentando poner cara de poder entender la inflación porque sabías que si no se sentía comprendida, su ira podía atizarte un buen pellizco- ¡Por dios! ¿y mira las patatas? Pero si crecen solas, ni que fueran trufas. Esto ya pasa de castaño a oscuro.
En el descansillo con las vecinas:
- El perro de la del cuarto lleva ladrando 8 días. Sin parar. Que no pego ojo. Que esta ese animalico desperado. Que no sé para qué la gente tiene perro.
- Uy pues me dijo el otro día que se van a comprar un loro- la vecina pacífica, siempre buscando amansar a las fieras.
- Lo que me faltaba, que el loro repita los ladridos del perro. ¿Se creerá que esto es una comuna hippie? Esto ya pasa de castaño a oscuro.
En el baño después de descubrir que el nuevo peinado que se ha hecho la nena, a modo de tupé y de color verde, es gracias a lo que la nena llama “una nueva gomina que me he inventado, mira mamá”, pero a la gente llama Blandi Blub:
- ¡Pero qué has hecho! No te puedo dejar sola ni cinco minutos. Que nueva gomina ni que ocho cuartos, eso es el moco asqueroso ese que te regaló tu tía. Una cosa es que seas creativa pero esto, esto ya pasa de castaño oscuro. Pero a qué cabeza normal se le ocurre extenderse eso asqueroso por el pelo. No va a salir, que lo estoy viendo. Y tenemos la comunión de tu prima. Y mira la pinta que vas a llevar, con todo el pelo lleno de mocos verdes. Imagínate la foto de familia, y encima no sonrías. Que me acuerdo de esa pala rota. ¿A ti parecerá normal? Menuda pinta de mellada tienes. No sé qué voy a hacer contigo, nena, ¡regalarte a los gitanos del circo! Y dudo que te quieran. Y por qué tienes tanto, si para mí que en el bote parecía más poca cosa.
- Es que he cogido también el de mi hermana…- lo dije bajito, imaginando que no me oía. Bendita ingenuidad.
- ¡Te vas a enterar! Entra a la bañera directamente. Y ya puedes rezar para que eso salga con vinagre y agua caliente.
- Mamá con vinagre no, que luego huelo a ensalada y me dan nauseas.
- A mí sí que me das nauseas tú con ese pelo enmocado. Tira para dentro.
Consecuencias:
Bueno, pues un estupendo corte de pelo tipo “niña de campo de concentración” que me dio fama en el patio de matona. Estuvo bien.
Segunda consecuencia: secuencia de fotos familiares en las que parezco un niño, en una de ellas casi sonrío y se ve a mi madre pisándome un pie.
Tercera consecuencia: prohibición absoluta e irrevocable de acercarme a un bote de blandiblub a un kilómetro a la redonda.
Cuarta consecuencia: terror en mi madre cuando años después se pusieron de moda las manos locas, de un moco más sólido que se pegaban al lanzarlas en cualquier parte.
Quinta consecuencia: varios trasquilones en el pelo después de demostrar que sí, que las manos locas también se pegaban en el pelo.
Excepciones para utilizar la frase:
Pues creo que ésta no la voy a utilizar. Tengo 32 años y todavía no la entiendo muy bien. Ya os he dicho que muy despierta nunca he sido. Eso sí, futuros hijos míos ¡tengo blandi blub! Me lo compré en un chino hace un año y sigue teniendo esa fantástica pinta asquerosa que me volvía loca. Y ese olor como a plastilina rancia. Si os portáis bien, prometo dejároslo.