Bueno, siento cierta presión con este consejo porque éste, sí que sí, lo han recibido todos los niños de España e imagino que lo siguen sufriendo generaciones posteriores. Vamos por partes.
Cuándo lo utilizaba
Pues el corte de digestión en mi casa era bastante peor que el coco, lo del coco o el hombre del saco a su lado era cosa de niños. Vamos, que en mi cabeza un corte de digestión consistía en que la barriga se partía en dos y luego te morías. Así de nihilista andaba de niña.
Ahí estabas tú, en la arena, si con suerte pillabas un trozo de sombrilla, mirando el mar, lleno de gente, a 40 grados y embadurnada de crema. Vamos, el jodido paraíso infantil.
- Mamá y por qué hay tantos niños en el agua.
- Porque ya han esperado sus dos horas de digestión.
- ¿Y qué me puede pasar si me meto ahora?
- Pues que te dará un corte de digestión y empezarás a vomitar y te puedes ahogar en el agua y morirte.- de ahí, mi nihilismo.
- Pero ya ha pasado una hora y media. Ya igual sí se puede…
- De eso nada, nena, son dos horas, anda hazte un castillo o algo.
- Es que ya he hecho cuatro, dos fosos y he enterrado a mi hermana.
- Pero ¿qué dices? Sácala de ahí ahora mismo que le va a dar un insolación. Que menudas ideas tienes.
- Ya voy..., si a ella le gusta.
- ¿Qué le va a gustar? Que la saques ya.
- Igual nos tenemos que bañar entonces porque vamos a estar llenas de arena…
- Pues os aguantáis, que todavía queda un rato.
- Mami y qué pasaría si no comiéramos nada, solo cenamos, y así me podría pasar el día agua.
- ¿Que qué pasaría? ¿Que qué pasaría? (Cuando una drama mamá repite dos veces una pregunta retórica en tu cabeza debería sonar algo parecido a una alerta por tsunami) Que te morirías de inanición y vendría la policía para llevarnos a la cárcel a tu padre y a mí por ser malos padres y a tu hermana la mandarían a un orfanato- que luego mi madre anda extrañada de que yo sea una exagerada- ¿Tú quieres eso? ¿Quieres que nos manden a la cárcel?
- No…, yo solo quería bañarme.
- Pues calla ya que como te pongas pesada nos subimos al apartamento a hacer vacaciones Santillana y se van a acabar las discusiones. Y por dios, saca a tu hermana de ahí, que no te lo tenga que repetir.
Así que te callabas, porque las vacaciones Santillana son al verano lo mismo que la piña a la pizza. ¿Quién quiere fruta en la pizza? En serio. No lo entiendo. Pues lo mismo.
Consecuencias del consejo:
Pues no te creas, que desarrollas una capacidad a la frustración que no te digo nada. Gracias a eso ahora soy capaz de ver “Españoles por el mundo” o “¿Quién vive ahí?” sin tirarme por la ventana. Aunque tengo que reconocer que los dos programas me producen ardor de estómago.
Segunda consecuencia, yo pienso que vivir mirando al mar es la mejor vida. Es mi propio utopos. Yo creo que de mirarlo con tantas ganas.
Tercera consecuencia, a mis 32 años, oye, seré imbécil, pero me cuesta un dolor meterme al agua sin guardar dos horas de digestión. Me mojo las muñecas, la nuca, meto los pies con miedo y ando dando saltitos si el agua me llega a la barriga, mientras pienso: “Venga bonita, que no pasa nada, no te vayas a partir en dos”. Con 32 años tampoco es grave, es ridículo pero la vergüenza me queda lejos, eso sí, con 17 era terrible. “Venga corre que nos tiramos de bomba”. “No que se me saltan las lentillas”. Será de las pocas veces que he agradecido ser miope. Pensaréis: será imbécil ¡Con 32 años! Pues lo de imbécil podemos discutirlo pero es que yo sí he sufrido un corte de digestión en el agua. Un variante un poco más salvaje en realidad. Va de la siguiente manera: yo tenía 11 años, dos primas de 15 años con bastante mala leche, y un trampolín olímpico, pero olímpico de verdad, de cinco alturas. Y lo que también tenía yo era bastante inconsciencia. El caso es que nos subimos a la tercera altura y mis dos primas saladísimas prometieron tirarse de cabeza si primero me tiraba yo. Yo y mi inconsciencia ni nos lo pensamos, que era mucho nuestro estilo. Saltito y de cabeza. Ahora, que el aire tiene sus cosas y prefirió girarme ligeramente de manera que me metí una de las tripadas que pasaran a la historia de las leches familiares durante generaciones. Y el agua también tiene sus cosas, si tú te tiras de un tercero en plancha no solo te quedas roja como una cigala por el lado que caes, sino que empiezas a vomitar como si dentro de ti viviera la niña del exorcista. Y mi bueno, mi madre también tiene sus cosas, y después de que el socorrista la tranquilizara tuve que oír para los restos eso de “Te esperas las dos horas de digestión que acuérdate cómo te pusiste cuando te dio un corte de digestión. Tres días vomitando”. Y por cierto, las saladísimas de mis primas bajaron por la escalera. Cobardes.
Cuarta consecuencia. No me tiro de cabeza. Lo intento, pero el saltito ya no me sale, me da un vértigo…, desde el borde de la piscina, sin trampolín ni nada. Con lo que yo he sido…
Excepciones para utilizarlo:
Futuros hijos míos, de verdad voy a intentar saltarme este consejo. He buscado en internet y una pediatra (que esa gente tiene carrera y sabe) dice que no es necesario. Que el corte de digestión no mata, y que no se produce solo por comer, si no por el contraste de temperaturas. Aquí lo explica súper clarito. Vamos, que ya sabéis: muñecas, nuca, saltitos y al agua patos. Eso sí, no quiero oír hablar de trampolines olímpicos y lo de enseñaros a saltar de cabeza lo veo difícil. Confiaremos en vuestro futuro padre.
jueves, 21 de julio de 2011
martes, 12 de julio de 2011
86. Nena, tira bien de la cadena.
Yo sé que muchos de vosotros pensáis que soy una exagerada. Bueno, vale, soy una exagerada. Algunos incluso, que soy fantasiosa, bueno, vale, soy bastante fantasiosa. Me estoy perdiendo un poco. A lo que iba, pero hoy traigo un documento gráfico reciente y calentito que ni tan exagerada, ni tan fantasiosa. Ala.
Cuándo lo utiliza
La foto que ilustra el post la saqué este sábado a las 2 de la madrugada. Este sábado a las 2 de la madrugada yo tenía 32 años. Y este mismo sábado mi madre me había repetido durante todo el día unas 100 veces que la cadena soltaba agua y cómo debía tirar de ella. No digo 100 veces de manera figurada no, igual fueron 120. Mi madre me lo ha repetido hasta la saciedad. Antes de ir de viaje a su casa, por teléfono. Con un extensa explicación acerca de las pérdidas de agua, y no sé qué tía mía a la que le llegó una factura de 600 euros por una cadena que perdía agua, y también sobre una depurada técnica pulsando dos veces el botón y rezando un ave maría para que deje de salir agua, y algo acerca de un fontanero con depresión que no quiere ir a arreglarla, y sobre un molesto ruido que puede volver locos a los vecinos si nos despistamos y “Cuando uno se vuelve loco puede hacer cualquier cosa. Imagínate que prende fuego al piso o algo. Menudo disgusto, y todo por no tirar bien de una cadena” .
Este mismo discurso nos lo repitió nada más llegar, a mí y a mi pobre novio, que ponía cara de pensar: “¿La cadena suelta agua o es que si no tiras bien produce una fusión nuclear y todo el norte de España se desintegra?”. Mientras yo ponía cara de: “¿Y por qué estará deprimido el fontanero? ¿Le deprimirá arreglar cadenas?”. Y mi madre que me conoce mejor que yo dijo: “Nena, que bajes a la tierra, y por favor te acuerdas de tirar bien la cadena. Y el fontanero está deprimido porque el hijo no le quiere heredar el negocio. Que va a ser músico, dice. Menudo disgusto tiene el pobre, y con razón. Con la de dinero que da la fontanería. Trompetas va a acabar comiendo ese, ya vas a ver”.
Por si acaso nuestro cerebro no era capaz de recordar una orden simple como “Tira bien de la cadena” nos lo repitió cada vez que íbamos al baño ese sábado, que en verano es con frecuencia. Y luego la pillé espiando alguna vez si habíamos tirado bien. Así las cosas, a las 2 de la madrugada de este sábado en el que yo tenía 32 años y había oído unas 100 veces, o igual fueron 140, que debía tirar bien de la cadena, me encontré esta sucesión de tres post-it pegados en el espejo del baño.
"¡Buenas noches! (ella es muy risueña). Nena procura (el verbo procurar en mi madre es un eufemismo de "ni se te ocurra no hacerme caso") ser la última en tirar de la cadena (esto es que a mi novio no le tiene confiaza vía post-it) porque sigue funcionando mal y ya sabes (qué más dará si lo sé, ella me lo repite) que hay apretar el botón y esperar un poco y volver a presionar . Pues si no, puede que esté toda la noche yéndose el agua (y menos mal que los pos-it son pequeñicos que, si no, me hubiera recordado lo de mi tía, y lo del fontanero deprimido, y lo del vecino loco pirómano). Que descanses". ¡Pero cómo voy a descansar! Me pasé la noche entera soñando que me ahogaba en un inodoro gigante.
Consecuencias del consejo:
El domingo bajamos a mear al bar de abajo. Yo no podía soportar tanta tensión. Imagínate tú que por lo que sea se nos olvida tirar bien. Imagínate por un momento lo que tendría que soportar. Un pis no merece la pena. Ahora, que en el bar nos miran raro.
Excepciones para utilizarlo:
Futuros hijos míos, si nuestra cadena no interfiere en ningún proceso de fusión nuclear y no tiene ninguna relación con un apocalipsis, no pienso utilizarlo. Al menos, no 150 veces en 48 horas.
Pincha en la imagen para ampliar |
La foto que ilustra el post la saqué este sábado a las 2 de la madrugada. Este sábado a las 2 de la madrugada yo tenía 32 años. Y este mismo sábado mi madre me había repetido durante todo el día unas 100 veces que la cadena soltaba agua y cómo debía tirar de ella. No digo 100 veces de manera figurada no, igual fueron 120. Mi madre me lo ha repetido hasta la saciedad. Antes de ir de viaje a su casa, por teléfono. Con un extensa explicación acerca de las pérdidas de agua, y no sé qué tía mía a la que le llegó una factura de 600 euros por una cadena que perdía agua, y también sobre una depurada técnica pulsando dos veces el botón y rezando un ave maría para que deje de salir agua, y algo acerca de un fontanero con depresión que no quiere ir a arreglarla, y sobre un molesto ruido que puede volver locos a los vecinos si nos despistamos y “Cuando uno se vuelve loco puede hacer cualquier cosa. Imagínate que prende fuego al piso o algo. Menudo disgusto, y todo por no tirar bien de una cadena” .
Este mismo discurso nos lo repitió nada más llegar, a mí y a mi pobre novio, que ponía cara de pensar: “¿La cadena suelta agua o es que si no tiras bien produce una fusión nuclear y todo el norte de España se desintegra?”. Mientras yo ponía cara de: “¿Y por qué estará deprimido el fontanero? ¿Le deprimirá arreglar cadenas?”. Y mi madre que me conoce mejor que yo dijo: “Nena, que bajes a la tierra, y por favor te acuerdas de tirar bien la cadena. Y el fontanero está deprimido porque el hijo no le quiere heredar el negocio. Que va a ser músico, dice. Menudo disgusto tiene el pobre, y con razón. Con la de dinero que da la fontanería. Trompetas va a acabar comiendo ese, ya vas a ver”.
Por si acaso nuestro cerebro no era capaz de recordar una orden simple como “Tira bien de la cadena” nos lo repitió cada vez que íbamos al baño ese sábado, que en verano es con frecuencia. Y luego la pillé espiando alguna vez si habíamos tirado bien. Así las cosas, a las 2 de la madrugada de este sábado en el que yo tenía 32 años y había oído unas 100 veces, o igual fueron 140, que debía tirar bien de la cadena, me encontré esta sucesión de tres post-it pegados en el espejo del baño.
"¡Buenas noches! (ella es muy risueña). Nena procura (el verbo procurar en mi madre es un eufemismo de "ni se te ocurra no hacerme caso") ser la última en tirar de la cadena (esto es que a mi novio no le tiene confiaza vía post-it) porque sigue funcionando mal y ya sabes (qué más dará si lo sé, ella me lo repite) que hay apretar el botón y esperar un poco y volver a presionar . Pues si no, puede que esté toda la noche yéndose el agua (y menos mal que los pos-it son pequeñicos que, si no, me hubiera recordado lo de mi tía, y lo del fontanero deprimido, y lo del vecino loco pirómano). Que descanses". ¡Pero cómo voy a descansar! Me pasé la noche entera soñando que me ahogaba en un inodoro gigante.
Consecuencias del consejo:
El domingo bajamos a mear al bar de abajo. Yo no podía soportar tanta tensión. Imagínate tú que por lo que sea se nos olvida tirar bien. Imagínate por un momento lo que tendría que soportar. Un pis no merece la pena. Ahora, que en el bar nos miran raro.
Excepciones para utilizarlo:
Futuros hijos míos, si nuestra cadena no interfiere en ningún proceso de fusión nuclear y no tiene ninguna relación con un apocalipsis, no pienso utilizarlo. Al menos, no 150 veces en 48 horas.
martes, 5 de julio de 2011
85. Con la comida no se juega.
Decorablog |
Cuándo lo utilizaba:
Esto va de la siguiente manera:
La edad no importa: tú tienes 8 años, bueno quien dice 8 dice 18, y quien dice 18 dice 32. “Te haces la mayor para lo que tú quieres. Además para ser mayor no solo bastan los años, no, nena, no, si no el sentido común, y tú de eso no gastas. Y si yo te tengo que decir con 65 años que te sientes recta en la mesa, pues te lo digo, que para eso soy tu madre”.
El lugar no importa: ¿Qué estás en mitad de una comida familiar en un restaurante? “Siéntate recta, nena”. ¿Que la comida no es tan familiar y llevas a tu nuevo novio? “No apoyes los codos nena”. ¿Que tu madre se cruza contigo mientras tú estás en una comida de empresa, pues allá que va ella: “Nena, come con la boca cerrada”. Y tú lo único que piensas: “Por dios, que se vaya, que no diga nada más, prometo peregrinar a Roma, andando, comiendo vainas todo el rato, descalza, pero que se vaya”. Pero tú muy lista no eres, ni lista ni empírica, porque las otras 11.503 veces deberían haberte servido como experiencia para saber que una drama mamá siempre va a apostillar: “Y termínate todo el plato, nena”. Ahí está ella, y tu jefe atragantado, y pasas a ser la nena también en la oficina, lo que te colma de ilusión. La madre que me parió…
Pero, sobre todo, tú no importas: ya has comido. Vienes de viaje, tienes 32 años, y llegas a casa. Pensabas que al café, pero algo se ha torcido y llegas en mitad de esa comida familiar con los futuros suegros de tu hermana. Pues más te vale ser de digestión rápida porque, en mi casa, se vuelve a comer y punto. Y como mi madre te vea entretenerte con los cubiertos… Ni futuros suegros, ni el Rey por el medio, la colleja está asegurada y como mínimo te llevas un “Con la comida no se juega, nena, y de ahí no te levantas hasta que te lo termines todo. ¿Qué van a pensar estos señores”. Pues que estamos tarados mamá, eso van a pensar.
Consecuencias del consejo:
Sudoración y sensación pre-examen constante a la hora de la comida.
Si estoy sola, como de pie, para no jugármela. En plan tentempié, que así no cuenta. Creo.
Discurso mental algo psicótico cada vez que tengo una comida con mucha gente. Algo parecido a cuando te vas a sacar el carnet de conducir: cinturón, asiento, espejos. Pero más del tipo: codos, cubiertos, espalda, boca.
Excepciones para utilizarlo:
Futuros hijos míos, nos vemos en nuestra primera comida familiar con la drama abuela: sentaos rectos que no estamos en un bar, no apoyéis los codos, comed con la boca cerrada, no chupéis el cuchillo, la comida se acerca a la boca no vosotros a la comida, se bebe con la derecha, no metáis la mano en el plato, no os limpiéis con las mangas, la salsa no se unta, con la comida no se juega… Y por dios, si os acordáis de alguna otra, chivadme, prometo barra libre de nocilla a cambio.
PD. Vamos con el primer post dedicado: para Monika, que puede comer en la cama y jugar con la comida todo lo que quiera. Y nos vamos concentrando todos los hijos de drama mamás, que somos multitud, para que su trasplante vaya bien, y dentro de nada esté en casita, con barra libre de Nesquick, que es más lo suyo. ¡A por todas, nena!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)