El rincón de los libros olvidados |
De verdad. Esta frase debería desaparecer del lenguaje. ¿En serio que si alguien lo hubiera visto se hubiera empotrado contra ese radiador? Pues claro que no lo has visto. ¡Coño! Que estás sangrando y sangrar a propósito, pues nunca entra dentro de tus planes.
Cuándo lo utiliza:
Pues eso, siempre después de un golpe. El otro día mismamente: el 31 de diciembre de 2011 a las 9 de la noche. Temperatura exterior menos 2 grados, humedad al 80%, bancos de niebla intermitentes. Hemisferio norte. Meridiano de Greenwich.
La escena va así: el coche familiar, que tiene el mismo volumen que cuatro como el mío y era la tercera vez que lo conducía yo. Primera desaparcando.
Dentro de él: mi hermana, mi novio, y yo al volante.
Fuera: mi madre, mi prima, su hijo bebé, y mi tía, todos dirigiendo la operación.
Lo sé, aquel plan fallaba desde la base. La calle cortada a la derecha por la San Silvestre, y yo teniendo que dar la vuelta en una calle de pueblo con pivotes a los lados de la acera. Vamos, que era una misión para Fernando Alonso. Y, eso, si el tío es pacientoso con las críticas.
Mi tía en zapatillas de casa negociando con un policía municipal para que nos dejara pasar porque no llegábamos a la cena de nochevieja. Mi madre gritando: “Derechaaa, izquierdaaa, tuerce, tuerce, tuerce, yaaaaa”. Que el sargento de hierro al su lado, una nenaza. Mi prima con el niño en brazos animándome con la mirada. Dentro del coche también oía: “Izquierdaaa, derechaaa, tuerce, tuerce, tuerce”. Pero nunca a la vez que las órdenes exteriores.
Y se precipitan los acontecimientos: el municipal insolidario diciendo que no me dejaba pasar (que ya nos veremos las caras, bonito, al tiempo). Mi tía corriendo y gritando por la calle. Yo pensando: aún tenemos que ir a urgencias con ella y a ver quién sale de esta calle a toda leche. Mi madre con un movimiento corporal tipo biodanza pero biodanza de la muerte. Y yo sudando en un pueblo que no pasa de 10 grados en agosto. Y entonces sí, con el coche cruzado en mitad de la calle, llega el artista invitado: el gilipollas de la bocina que no ve que la calle está cortada 20 metros más adelante. Y ahí, sí, yo ya pierdo los nervios y las distancias, y le meto con los bajos del coche a un escalón. Pequeña concreción: a la parte de debajo de los bajos, es decir, al protector. Lo raspo ligeramente. Se hace un silencio sepulcral en el interior del coche, rollo funeral, vamos. Mi prima protege al bebé y oigo un grito desde fuera, desde fuera, o desde las mismas entrañas de la tierra:
- ¿¿¿¿¿¿¡¡¡¡¡Pero es que no lo has vistooooo????!!!!!? Es que vas sin mirar, vas sin mirar. Te he dicho izquierda. Clarísimo lo he dicho.
Y apunto estaba de empotrar el coche a propósito mientras le gritaba a mi hermana que no sé qué me decía de cómo salir de allí, cuándo me acordé de una imagen de mi padre: hace muchos años, en mitad de una carretera mal iluminada arrastrando hacia la cuneta el contenedor contra el que nos habíamos chocado, mientras gritaba: “¿¿¡¡Pero tú crees que si lo hubiera visto me empotro en él??!! ¿En qué cabeza cabe? ¡Por supuesto que no lo he visto! ¡Verlo implica intentar esquivarlo!”. Y mi padre nunca gritaba, ni decía tacos, y creo que le vi perder los papeles 3 veces en su vida, contando el “momento contenedor”. Y me entró una tristeza tan grande, que se pasaron las ganas de empotrar nada.
Consecuencias de la frase:
Entre la tristeza, el cabreo, la tensión y probablemente el sudor en las manos, al aparcar en casa de mi tío le di al coche de atrás. Eso sí, nadie dijo ni mu. Le di las llaves a mi hermana y le dije:
- Todo tuyo. ¿Dónde esta el vino?
Excepciones para utilizarlo:
Ninguna. Tengo bien claro que el golpe que te das es más que suficiente, aún con más motivo, si sangras. Y también que, con toda la adrenalina que tienes en un momento así, lo peor que alguien puede decirte es: ¿es que no lo has visto? Pues claro que no, verlo implica intentar esquivarlo…