Este año no voy a hacer propósitos que siempre se me han dado mal. Según apunto alguno en mi lista, empiezo a no cumplirlo. Soy de ese tipo de personas que según dice “Me pongo a dieta”, le da el hambre.
Este año voy a pedir deseos, que no implican voluntad, solo suerte y no voy a ser ambiciosa. A la suerte no hay que pedirle demasiado porque a veces, ante la avaricia, se da la vuelta.
13 cosas mínimas que le pido a 2013
1. Quiero que las naranjas del bar donde desayuno no amarguen ningún día.
2. Quiero que todos los días tenga 15 minutos menos de atasco para venir a trabajar.
3. Quiero que me entre el sueño a las 11 de la noche y ser una de esas personas que se levantan a las 7 llenas de energía y hablando por los codos. Una de esas que no insultan a su pareja por despertarles.
4. Quiero que todas las gasolineras tengan el botón de seguridad en el surtidor para que no tenga que quedarme como una panoli sujetándolo.
5. Quiero que se me pasen estas ganas de fumar constantes.
6. Quiero aprender a conducir sin ir pensando todo el rato "que mal conduce el resto de la gente", porque por estadística, no puede ser que solo conduzca bien yo.
7. Quiero no tener que pagar ninguna multa.
8. Quiero encontrar sitios para aparcar sin dar vueltas.
9. Quiero que no se me olvide comprar ni café ni vermut.
10. Quiero que me salga el gazpacho igualico que a mi madre. Que ni ella sepa cuál es cual.
11. Quiero que todos los libros que lea este año me encanten, que no haya ni uno solo que me aburra, se me haga bolo o me resulte soso.
12. Quiero aprender a nadar bien con el brazo izquierdo, sin ahogarme, ni tragar agua,
y a poder ser, sin que parezca que me está dando un ataque.
13. Y, bueno, ésta no es mínima pero la quiero igual: salud para todos lo que quiero y para mí. Solo un catarro al año y de los que no dan fiebre. Un moqueo tontorrón para recordarte lo maravilloso que es tener salud.
Y 12 cosas buenas que me ha dado 2012:
1. Ha salido del armario cibernético y ahora la gente se sabe mi nombre. Esto a veces está bien y otras asusta.
2. He publicado un libro que ha llegado a la sexta edición.
3. Fui la hermana de la novia. Y llevaba el pelo suelto ;)
4. He conocido cientos de personas muy interesantes y he desvirtualizado a algunos que espero sean buenos amigos para siempre.
5. Mi madre y yo nos hemos ido de vacaciones y no hemos discutido. Casi.
6. He firmado en la feria del libro mi libro y he salido en la tele.
7. He conocido Cuba después de muchos intentos de viajar a ese país. He flotado en el Caribe y he visto tormentas increíbles.
8. Mantengo mi trabajo (al menos de momento).
9. He vuelto a nadar todas las semanas. Bueno, casi todas.
10. He aprendido a cocinar pochas.
11. He conseguido limpiar la casa y aprobar el temido examen maternal, incluidos los interruptores de la luz.
12. He recuperado un poco las fuerzas y las ganas reírme otra vez de casi todo.
La nena y la drama mamá os desean un Feliz año 2013 lleno de amor, humor, salud y un poquillo de suerte.
miércoles, 26 de diciembre de 2012
sábado, 1 de diciembre de 2012
Creo en la Sanidad Pública y Universal
Estoy muy cansada de oír las noticias, estoy harta de los políticos que parecen haber olvidado qué es la dignidad. Harta de los bancos y sus anuncios en los que hablan de “confianza”. Estoy harta de que digan que tienes que estar contento de tener un trabajo: aunque te bajen el sueldo, aunque te aumenten las horas. Estoy harta de temer por la pensión mis familiares. Estoy harta de que la educación parezca un lujo. Estoy cansada de que me metan miedo en el cuerpo. Pero hay una cosa que no puedo soportar por encima de todo: que hablen de gestionar la sanidad con manos privadas y de que digan que sería más rentable.
Yo no quiero rentabilidad con la salud. La salud no se puede medir en los mismos términos que cualquier otra cosa. Si el Estado se tuviera que permitir un agujero sin fondo, para mí, ese sería el de la Sanidad.
Lo primero. Los impuestos no son tu hucha personal. Hay gente que piensa que si le quitan 500 euros al mes del sueldo, o 2.000, es como si el Estado se los guardara para el futuro, y le van a dar ese dinero exacto cuando lo necesite.
No. Los impuestos no van de eso. Tienen que ver con la solidaridad. Y mientras la solidaridad es con otros, parece que a este país le jode un huevo. Pero puede llegar un día, que la solidaridad sea contigo. Y entonces, me entenderás. Tú no te lo crees, porque puede que estés bien, que tengas un trabajo, e incluso un seguro privado que paga tu empresa. Ojalá no tengas que averiguarlo. Ojalá los 500 euros que me quitan a mí, o los 2.000, no los tengamos que utilizar contigo, ni con tu padre, ni con tu hijo. Ojalá.
Pero puede que un día llegue un médico y te diga: tienes leucemia, o un cáncer de colón, o esclerosis, o tu hijo tiene un linfoma. Entonces desearás que la Sanidad sea universal y gratuita y también, que no esté en manos privadas y que la rentabilidad no importe lo más mínimo.
Porque ojalá no sea así, pero igual tienes un pronóstico terrible. Uno de esos en los que solo el 1 por mil sale adelante, una enfermedad “rara” y según la rentabilidad, y esas manos privadas, por uno por mil, no sale rentable comprar una máquina, o dar un tratamiento, o investigar. Entonces, me entenderás.
Tu seguro privado te pondrá problemas, te dirá que no cubre eso o que no tienen esa carísima máquina, o puede que si es bueno, te trate, pero luego vendrán los problemas. Dirá que eres una persona de riesgo y ese seguro dejará de cubrirte. Por no hablar de lo que te costarán las recetas. No creas que hablo de 3 euros de ibuprofeno. Hay medicamentos que cuestan 3.000 euros. Medicamentos que te salvarían la vida o igual no te la salvan, solo te quitan un dolor atroz.
Si te dieran por desahuciado en la supuesta sanidad pública para la que no eres rentable, y tu seguro no te cubriera, siempre habrá un hospital completamente privado que te dirá: nosotros sí investigamos, nosotros sí compramos esa máquina, pero va a ser caro, unos 200.000 o 500.000 euros en total de caro.
Entonces tú, que creías en la rentabilidad, te olvidarás de todo, hipotecarás tu cómoda casa, tu sueldo, e incluso el de tus familiares, para curarte, aunque solo haya un uno por mil de posibilidades, porque cuando te dan un diagnóstico así, aunque solo haya uno entre un cien mil que salen adelante, tú creerás que eres ese uno. Por supuesto que sí, tú vas a salir adelante, aunque a tu familia no le salga rentable.
Mi familia lo ha sufrido. Un diagnóstico terrible, de esos con un uno por mil sobre la espalda. Y sé, que si en la sanidad pública nos hubieran dicho que no nos cubrían, o que no merecía la pena, que las estadísticas decían que iba a salir mal, sé a ciencia cierta, que nos hubiéramos recorrido el mundo, y hubiéramos hecho cualquier cosa, y pagado a cualquier vende humos porque curaran a mi padre.
Pero como la sanidad era pública, y no buscaba rentabilidad, solo curar a la gente, le hicieron todas las pruebas, le recetaron medicamentos carísimos, le trasplantaron, le volvieron a tratar, probamos medicamentos nuevos, y perdimos. Pero peleamos, no nos queda ni una sola duda de que se hizo todo lo que pudo y eso es la leche. Jamás pienso “y si…” Porque tuvimos médicos que no pensaron ¿es este tac rentable? ¿Me espero dos semanas a hacer otro análisis que cuesta mucho? ¿Igual no necesita batidos proteícos? ¿Lo mandamos ya a casa aunque esté muy justo? ¿La morfina es un lujo?
Los impuestos tienen que ver con la solidaridad y no son tu hucha personal. Tú das 500 euros al mes, o igual 2.000, para que esos otros que no han tenido tanta suerte, no tengan que preocuparse en el peor momento de su vida por nada más que por sentirse lo mejor posible.
Y sí, habrá gente que se aprovechará del sistema, gente que malgastará, gente que defraudará para no poner dinero en la hucha de todos. Vamos a por esos.
Pero seguro que si con 90 años, te mueres dormido en la cama sin haber pasado por un hospital no le envidiarás la suerte a todos esos que se gastaron “tu dinero” en una Sanidad Pública y Universal. Ni siquiera al inmigrante que se cruzó un océano en una patera, que igual no había cotizado tanto como tú a la seguridad social, y murió solo, a 10.000 kilómetros de su familia, con toda la dignidad que merece un enfermo, y un médico detrás que no tuvo que pensar si era rentable pelear por él o por mi padre que estaba en la habitación de al lado. Se llamaba Diadia y no era rentable, claro que no.
Yo creo en la Sanidad Pública Universal y tú deberías.
Yo no quiero rentabilidad con la salud. La salud no se puede medir en los mismos términos que cualquier otra cosa. Si el Estado se tuviera que permitir un agujero sin fondo, para mí, ese sería el de la Sanidad.
Más intormación |
No. Los impuestos no van de eso. Tienen que ver con la solidaridad. Y mientras la solidaridad es con otros, parece que a este país le jode un huevo. Pero puede llegar un día, que la solidaridad sea contigo. Y entonces, me entenderás. Tú no te lo crees, porque puede que estés bien, que tengas un trabajo, e incluso un seguro privado que paga tu empresa. Ojalá no tengas que averiguarlo. Ojalá los 500 euros que me quitan a mí, o los 2.000, no los tengamos que utilizar contigo, ni con tu padre, ni con tu hijo. Ojalá.
Pero puede que un día llegue un médico y te diga: tienes leucemia, o un cáncer de colón, o esclerosis, o tu hijo tiene un linfoma. Entonces desearás que la Sanidad sea universal y gratuita y también, que no esté en manos privadas y que la rentabilidad no importe lo más mínimo.
Porque ojalá no sea así, pero igual tienes un pronóstico terrible. Uno de esos en los que solo el 1 por mil sale adelante, una enfermedad “rara” y según la rentabilidad, y esas manos privadas, por uno por mil, no sale rentable comprar una máquina, o dar un tratamiento, o investigar. Entonces, me entenderás.
Tu seguro privado te pondrá problemas, te dirá que no cubre eso o que no tienen esa carísima máquina, o puede que si es bueno, te trate, pero luego vendrán los problemas. Dirá que eres una persona de riesgo y ese seguro dejará de cubrirte. Por no hablar de lo que te costarán las recetas. No creas que hablo de 3 euros de ibuprofeno. Hay medicamentos que cuestan 3.000 euros. Medicamentos que te salvarían la vida o igual no te la salvan, solo te quitan un dolor atroz.
Si te dieran por desahuciado en la supuesta sanidad pública para la que no eres rentable, y tu seguro no te cubriera, siempre habrá un hospital completamente privado que te dirá: nosotros sí investigamos, nosotros sí compramos esa máquina, pero va a ser caro, unos 200.000 o 500.000 euros en total de caro.
Entonces tú, que creías en la rentabilidad, te olvidarás de todo, hipotecarás tu cómoda casa, tu sueldo, e incluso el de tus familiares, para curarte, aunque solo haya un uno por mil de posibilidades, porque cuando te dan un diagnóstico así, aunque solo haya uno entre un cien mil que salen adelante, tú creerás que eres ese uno. Por supuesto que sí, tú vas a salir adelante, aunque a tu familia no le salga rentable.
Mi familia lo ha sufrido. Un diagnóstico terrible, de esos con un uno por mil sobre la espalda. Y sé, que si en la sanidad pública nos hubieran dicho que no nos cubrían, o que no merecía la pena, que las estadísticas decían que iba a salir mal, sé a ciencia cierta, que nos hubiéramos recorrido el mundo, y hubiéramos hecho cualquier cosa, y pagado a cualquier vende humos porque curaran a mi padre.
Pero como la sanidad era pública, y no buscaba rentabilidad, solo curar a la gente, le hicieron todas las pruebas, le recetaron medicamentos carísimos, le trasplantaron, le volvieron a tratar, probamos medicamentos nuevos, y perdimos. Pero peleamos, no nos queda ni una sola duda de que se hizo todo lo que pudo y eso es la leche. Jamás pienso “y si…” Porque tuvimos médicos que no pensaron ¿es este tac rentable? ¿Me espero dos semanas a hacer otro análisis que cuesta mucho? ¿Igual no necesita batidos proteícos? ¿Lo mandamos ya a casa aunque esté muy justo? ¿La morfina es un lujo?
Los impuestos tienen que ver con la solidaridad y no son tu hucha personal. Tú das 500 euros al mes, o igual 2.000, para que esos otros que no han tenido tanta suerte, no tengan que preocuparse en el peor momento de su vida por nada más que por sentirse lo mejor posible.
Y sí, habrá gente que se aprovechará del sistema, gente que malgastará, gente que defraudará para no poner dinero en la hucha de todos. Vamos a por esos.
Pero seguro que si con 90 años, te mueres dormido en la cama sin haber pasado por un hospital no le envidiarás la suerte a todos esos que se gastaron “tu dinero” en una Sanidad Pública y Universal. Ni siquiera al inmigrante que se cruzó un océano en una patera, que igual no había cotizado tanto como tú a la seguridad social, y murió solo, a 10.000 kilómetros de su familia, con toda la dignidad que merece un enfermo, y un médico detrás que no tuvo que pensar si era rentable pelear por él o por mi padre que estaba en la habitación de al lado. Se llamaba Diadia y no era rentable, claro que no.
Yo creo en la Sanidad Pública Universal y tú deberías.
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