YofuiaEGB |
- Nena, para quieta ya, que al final le haces daño a tu hermana. Y por favor, date más ritmo con la borraja o vamos a tener un disgusto.
- Pero que no pasa nada mamá, que está pinchado en la goma. Es súper imposible que pase nada- dice la niña mofletuda e imagínate que la hermana pequeña le apoya:
- Que no, que es súper divertido, mamá. ¿Ves? Ni me toca. No pasa nada.
- No pasa nada, hasta que pasa, nena.
Y justo entonces, pasa. El compás pierde el equilibrio en uno de esos círculos imaginarios, la goma, se queda pegada a la superficie de la mesa, la pobre niña mofletuda pierde la sujeción y la mano pequeñita de la hermana justo va a parar debajo de la aguja del compás. Con tan mala suerte para la niña mofletuda, bueno, y un poco para su hermana pequeña lesionada, que se le clava en el dedo gordo. Imagina que hace sangre y todo. Pero las dos niñas saben que una sola queja, una sola lágrima, puede costar un castigo.
Imagínate que la hermana pequeña aguanta el lloro, y la niña mofletuda le hace un torniquete improvisado con una servilleta, sin saber qué es un torniquete, ni para qué sirve, porque solo quiere que esa madre que nos hemos imaginado no le regañe. Así que la servilleta de cuadros se va empapando mientras la hermana pequeña produce un hipo casi interno porque eso ni es un torniquete ni nada. Hasta que la madre imaginada se gira y ve unas gotas de sangre sobre la mesa blanca impoluta, y entonces entiendes a la puñetera perfección la dichosa frase: No pasa nada hasta que pasa, nena mofletuda.
Yo me lo imagino perfectamente…
Y cuando pasa, llega el castigo, eso sí que llega más que seguro. Entre todos los intentos de la drama mamá por dominar mi espíritu indómito (yo lo llamo así, ella lo llamaba ese pozo sin fondo de malas ideas) había un tipo de castigo realmente molesto. Cuando le había tocado las narices nivel extremo, tipo hermana pequeña compás torniquete y verduras frías, me castigaba a ir agarrada de su delantal por toda la casa. De manera que mientras barría, planchaba, ordenaba lo que sea o cocinaba, yo iba pegada a ella, a remolque, con un trozo de mandil arrugado y sudado en la mano. Yo intentaba alejarme de su sistema atrapa niños lo máximo posible pero eso era muy poco, y si me soltaba, ella en seguida dejaba de notar el peso y me pegaba un chillido:
- ¡Te has soltado! ¡15 minutos más de penalización!
- Que no mami, que se me ha resbalado. Que ha sido sin querer.
- De eso nada, que te he visto.
- Mamá, es que verte barrer es muy aburrido. Además me tropiezo todo el rato.
- Haberlo pensado antes de desgraciarle a tu hermana el pulgar. Y date más garbo, que tenemos que regar las plantas. Y, por favor, no tires tanto del delantal, que me llevas ralentizada toda la tarde.
Pero lo más raro es que mi hermana, que era una buenaza, se sentía desplazada de aquello y siempre acababa apareciendo:
- Jo, yo también quiero agarrarme- decía.
- Pero tú que vas a querer agarrarte. Vete a jugar, que esto es un castigo porque tu hermana ha… ( Rellénese con: roto un jarrón, jugado con un enchufe, cortado el pelo a una muñeca, saltado en la cama, destrozado tu pulgar…)
- Ya pero yo también quiero agarrarme. ¿Puedo coger de la otra esquina?
Yo la miraba alucinada. Pero allí acabábamos las tres. Mi madre corriendo por la casa intentando hacer cosas con dos niñas colgando de su delantal. Y claro, si tú pones una niña movidita, a una pequeña distancia de su hermana menor, sin nada que hacer, ¿qué se le puede ocurrir? Pues está clarísimo: batalla de dedos, batalla de pisotones, batalla de pellizcos… Cualquier cosa que incluya la palabra batalla. Y todo haciéndole el gesto de que le ibas la cortar el cuello como se chivara o dijera media palabra. Eran las grandes peleas silenciosas. La guerra fría una tontería con los mensajes subliminales que le lanzabayo a mi hermana. Hasta que mi madre, harta del peso extra, se daba cuenta de que aquel castigo, a quién más castigaba, era a ella misma:
- Ale, se acabó, que me tenéis harta. Toda la tarde con el freno de mano. Así no hay quien termine las labores. Cada una a su cuarto, y no quiero oír una palabra más alta que la otra, si no, os vais a inflar a vainas durante una semana. Ea.
- Ummm ¡Que ricas la vainas!- decía mi hermana y aplaudía suavecito porque tenía un pulgar vendado.
Sí, me debió tocar la única hermana del mundo que aplaudía cuando nos ponían acelgas, rebañaba la borraja y siempre quería doble ración de vainas. Menos mal que era fantástica aguantando el lloro y jamás se quejó por un torniquete mal hecho. Bueno, y para qué mentir a estas alturas, menos mal que ella tenía esa rara hambre de verduras y, según mi madre se daba la vuelta, yo le volcaba mi plato entero. Y la tipa no soltaba ni palabra. Pasara lo que pasase, que siempre pasaba, las cosas como son.
¿eso era un castigo para ti o para tu madre? La virgen, yo me imagino a mi enano pegado a mí (aún más) y me da un telele.
ResponderEliminarjjajaj, yo también me peleaba en silencio con mi hermana porque si se enteraba mi madre nos perseguía con la zapatilla en la mano. Hoy es un día un poco chof para mi pero contigo me he reído un montón, gracias.
ResponderEliminarBesitos
Por una vez no reconozco a mi madre en la tuya!!! Pero qué castigo es ese de llevarte colgando???? Jajaja, me parto con tu madre!!! Jajaja. Nunca lo había oído y jamas de los jamases se me ocurriría practicarlo con mis hijos.
ResponderEliminarTu hermana una santa, por cierto.
Besos
Qué suerte de hermana...las mías no aceptaban verduras...bueno, la verdad es que con la pequeña formábamos un dueto de arcadas, a ver quién emitía la más profunda y sonora frente a cualquier cosa verde o lenteja (dios mío que ascazo me daban) y la mayor es que siempre ha tenido un genio muy fuerte como para echarle comida de plato ajeno...pero lo del castigo me ha dejado helada (y esto lo digo ya desde la visión de una madre). Tu madre era dramática y masoca...se me erizan los pelillos imaginándome a mis bestias agarradas del mandil...
ResponderEliminarAy, cómo me he reído. Qué bueno.
ResponderEliminar¡Jajajaja! ¡Q' bueno!
ResponderEliminarJAja, qué bueno!
ResponderEliminarMe ha encantado el autocastigo de tu drama mamá!
Por cierto, por experiencia te cuento que las dramas mamás se convierten en súper dramas abuelas, así que la primera de las dos que traiga al mundo un polluelo, que se prepare!
En realidad se convierten en súper drama abuelas consentidoras, que es muchíiiisimo peor ;)
EliminarJajajaja cierto "nena, cuidado con el niño que está corriendo en el parque y le va a dar un aire" jajajajaja
EliminarEstoy de acuerdo con Rosanna82, lo peor de las dramas mamás es que luego son las abuelas que más miman a los nietos. Yo tengo una drama mamá, y sigue siendo conmigo una drama mamá pero con mi nena.... no hay parangón, que nadie le toque un pelo, le regañe, que ella está ahí para protegerla y apoyarla. Y claro, así.... ¿cómo me voy a hacer yo una drama mamá???? si no me deja casi ni acercarme cuando estamos las tres!
Eliminar- Mamá en vías de evolución de drama mamá: Nena no te sientes así que se te va a torcer la columna, además las princesitas no se sientan así que se le ven las braguitas.
- Abuela en vías de involución de drama mamá: da lo mismo nena, tu madre se sentó así toda la vida y no le ha pasado nada, la escoliosis ni olerla.... y las princesas ahora son plebeyas y pueden enseñar las bragas.
- Mamá en vías de evolución de drama mamá: mamá!
- Abuela en vías de involución de drama mamá: hija!
Y ahí suele empezar nuestra sempiterna discusión....
¡me parto!
EliminarQue gran sufridora Dramamama, preferia llevaros a rastas por toda la casa a dejaros un minuto sola, vamos! que no se fiaba un pelo, y así os tenia controlaitas eh!
ResponderEliminarPor cierto, ¿esto como les va afectar a tus futuros hijos tuyos?
un abrazo.
La primera vez que veo ese castigo de ir agarrada al delantal. Tu madre, la verdad, tiene un montón de imaginación. Ya sé a quién saliste.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo en 5º de EGB apuñalé a mi amiga Laurita en clase particular con un Pilot rojo. Me dio un lapsus de maldad, la miré, cogí el boli y sin venir a cuento se lo clavé en toda la manaza. Se puso a sangrar y a llorar con esa bocaza de rana que ponía ella de pequeña y a mí me dio un ataque de risa.
ResponderEliminarContra lo previsto, no he desarrollado ninguna psicopatía xD
Nena, ese castigo es de premio Nobel XD Y por cierto, cuando te conviertes en madre, lo único que quieres es que el niño se coma las verduras. Así que tu santa madre debía estar encantada con tu hermana jejeje
ResponderEliminarJajajjaja La tortura china es más ligera que eso... jaja Yo tengo dos hermanos. Yo soy la de en medio y mi hermano mayor y yo teníamos un pacto de silencio. Nos peleábamos pero en silencio. Con el menor no tuvimos tanta suerte. Además se ser el pequeño y ser un mimado y un pelota era un chivato. Así que los castigos se multiplican. Mi semi-dramamamá usaba como técnica el castigo colectivo. Y aunque hubieras estado a 100 metros del suceso, te tocaba cumplirlo. Su castigo preferido era sentarnos a los 3 en el sofá, en silencio para que pensásemos en lo que habíamos hecho. Si no habías hecho nada en lo único en lo que pensabas era en cómo asesinar a tu hermano pequeño sin que le diera tiempo a chivarse. Ya por la época, pensaba que ojalá me pegase antes que eso.... jajajajaja
ResponderEliminarPues oye, igual pruebo ese castigo, jajaja, aunque me temo q la castigada entonces puedo ser yo.
ResponderEliminarLo de tu hermana comeverduras... para estudiarlo ;-)
Mi madre solía decir que dejásemos de seguirla que parecíamos sus patos. No me la imagino castigándonos a pegarnos a sus faldas jejeje
ResponderEliminarTu hermana lo que es es una santa! Jajjaa, me parto con los métodos de castigo de tu madre, nunca lo había oído
ResponderEliminarJajaja me has alegrado el viaje al trabajo, muchas gracias!
Ese castigo no lo había oido nunca.
ResponderEliminarA mi me gustan las borrajas, las acelgas y las vainas y se las cambiaba a mi hermana por la patata.
Jajajajaja a mí mi madre me castigaba sentándome en un sitio alto. Tenía tanto miedo a caerme que podía estar horas sin moverme ni para respirar... eso de tenerme agarrada al delantal no lo hubiera soportado (ella) ni dos segundos.
ResponderEliminarYo no tengo hermanas, pero tengo un hermano mayor que era especialista en provocar "batallas" en las que siempre acababa yo castigada... no le gustaban las verduras pero tenía fama de santito.
Un besuco.
Me parto contigo... eres lo más.... Yo soy hija única y encima de las buenecillas, así que me perdí toda la diversión... Besos
ResponderEliminarAlucino con el castigo de tu madre. En la vida vi una cosa así... Ingenio, desde luego, no le falta. Jajaja. Ah, y a mí siempre me gustaron también las verduras. Sí, soy rara. Besotes!!!
ResponderEliminarTu madre es única. Y mi hermano era/es genial. Cuando la habíamos armado buena y nos iba a castigar a alguno de los dos o a dar un cachete, el que no tenía ninguna culpa se ponía delante para "cobrar", porque entre nosotros nos matábamos a pellizcos, mordiscos, patadas... pero nadie más, ni nuestros padres podían hacernos nada. Un par de raritos
ResponderEliminarTu madre una...SANTA!!!!!! porque lo tuyo es de traca, no te lo estaba diciendo, que te quedaras quietecita con el compás y tu dale que dale, hasta que se lo clavaste, en fín que tu eras eso que se dice por áhí: niña-martillo-pilón.
ResponderEliminarTu hermana santa y media. Bueno no la tomes conmigo, es que soy madre de dos hijas buenecitas hasta que se le cruzan los cables y entre las tres hacemos cortocircuito.
Un saludo, Maribel.
Yo me parto con tu madre, aunque el castigo sea raro (lo siento pero es que me resulta raro) era eficaz, así te aburrías y se te secaba un rato el pozo de malas ideas jajajaja.
ResponderEliminarManzanita también era una buenaza. Un día de esos que mi madre decía "¿no querías hermana? pues toma" y me la dejaba la entretenía haciéndonos fotos con el móvil, ella sentada en mis rodillas, cuando se me despistó y se cayó de cabeza contra la mesa que era rectangular... se abrió una brecha enorme y mientras yo la iba curando le iba diciendo "verás mama, cuando se entere me va a matar" ella la pobre ni rechistó, ni lloró ni nada, eso sí, fue entrar mi madre por la puerta, ver la escena y empezar a llorar diciendo "no le vayas a pegar a mi tata, que la culpa es mía, que yo me he caido sola, y que ella me está curando" mi madre terminó de curarla y nos dió una bolsa de espongitas para las dos "por defenderos la una a la otra" si es que... estos enanos.
Ya veo que no solo tu madre, tu hermana también merece un destacado lugar en el guión de tu curriculum travesurae :D
ResponderEliminarSecándome las lagrimas estoy, para poder ver en la pantalla lo q escribo. Mil gracias por lo q cuentas. Son cosas q nos has pasado a casi todos, pero lo del delantal es fantastico. Tu drama mamá es maravillosa pero a la hora de poner castigos no lo pensaba, de haberlo hecho seguro q había cambiado lo de llevar a dos niñas colgando por poneros mirando al rincón a pensar(en rincones opuestos).
ResponderEliminarMuchas gracias por lo q nos haces d reir. Eres fabulosa. No cambies.
Que vergüenza, tu hermana no es la única con lo de las acelgas... SM me odia por ello...
ResponderEliminarUn supersaludo
Entiendo perfectamente a tu hermana pequeña, pues fui y seguiré siendo toda la vida, un hermano pequeño...Admiración es lo que sentíamos en nuestro pequeño corazoncito. Y ya podía pasar lo que fuera, en mi caso yo era de sangrar por la nariz al primer....(rellenese con toque, empujón, zapatillazo, coginazo, resbalón, bofetón).
ResponderEliminarAsí que la frase más oída en mi casa era: Oyes, no le digas nada a mamá cuando llegue.(porque mi drama mamá trabajaba fuera)
"No pasa nada hasta que pasa" y mira por donde, siempre pasaba.
Que tiempos aquellos en lo que una mirada asesina y un dedo indice recorriendo el cuello, o simplemente encima de la boca lo decían TODO.
Ya me has hecho reir un rato.
Abrazos
La frase de tu madre, la mía nos ladecía a mi hermano y a mí hasta la saciedad "No pasa nada hasta que pasa" y causalidades pero en el 99% de las coasiones pasaba...jajajaja!!!Y el castigo de tu madre!!! es que me parto más bien era casi un castigo para ella!!! Divertido como siempre tu post!!1 :-D
ResponderEliminarHola, pues mira a mi nena le encantaban las verduras, según me comentó una vez era a la única de su clase a la que le gustaban, y cuando viene a casa siempre le hago su potajito de verduras.
ResponderEliminarEso de que al final termina pasando, pues sí, pero es que Uds. no hacen caso, la nena cuando tenía cuatro añitos y era el día de reyes fuimos a ver a sus abuelos paternos, luego salimos dando un paseo, se metió en el portal de una tienda con un piso muy brillante, hacía poco que la habían inaugurado, y salió corriendo, le dije: No corras que te vas a ...... no me dejó terminar la frase, se levantó con la boca llena de sangre y un diente partido y no veas la lata que nos dio el dichoso diente, por suerte era de leche, pero es que cuando le salió el fijo, también se lo partió.
¡Si es que no hacen caso!