miércoles, 11 de septiembre de 2013

La vez que fuimos famosas

Mercado Atarazanas
Elena no lo sabe pero ha pasado a ser una de las historias en mi familia. E incluso escribiendo este post, Elena, a la que casi no conozco, puede que no me crea, que piense que soy una exagerada, que invento mucho, puede, Elena, puede, pero entre todas las batallas que contaremos alrededor de una mesa, en la que probablemente haya vainas y comida para 70, (seamos 5 o 15) Elena será una de nuestras historias. 

Hace poco, mi madre y yo nos escapamos a Málaga. En realidad, fue por un mal motivo, había fallecido un familiar. Ella viajó directa desde Pamplona vía Zaragoza, y yo, dos días después, desde Madrid. Cogimos un hotel a toda pastilla, mi hermana y yo que casi no hemos estado en Málaga, y conociendo a mi madre solo buscamos dos cosas: que estuviera cerca de lo que nos parecía el centro en Google Maps y que tuviera pinta de muy limpio. Y, oye, acertamos. Elegimos uno pequeño, bonito y familiar, el Hotel Atarazanas, y estaba en el mismo centro en frente de un mercado, que eso a una drama mamá le pierde, porque puede comparar los precios de todos los pescados con los de su ciudad:
- Nena, mientras te esperaba, me he metido en el mercado y las almejas están a 4 euros el kilo. En Pamplona, por 4 euros, los pescaderos te saludan, pero vamos, no te dan ni la concha de la almeja.

Al día siguiente:
- Nena, me he ido a pasear por el mercado porque tú ya sabes que yo me desvelo, y a las 6 estoy en pie. Pues resulta que tienen unas gambas a las que casi puedes darles la mano y tratarles de usted, enormes. Eso en Pamplona son más bien besugos. ¡Que pescados tienen! ¡Y casi regalados!

Al tercer día:
- Pues nena, me ha dicho Mateo.
- ¿Mamá, quién es Mateo?
- El del primer puesto por la izquierda,
- ¿Ya conoces al pescadero?
- Es que es muy majo, y tiene un pescado… Les ves los ojos a esos peces y puedes ver casi que piensan. Pues me ha dicho  que las rosadas no tienen cabeza porque para quitarles las escamas, tienen que congelarlas y tirarles de  la piel como si fuera un cordero. ¡Como un cordero! ¿Te lo puedes creer? Si es que aquí hay un pescado…

Vamos, si tengo que buscarle cualquier hotel en el mundo a mi madre lo tengo claro, cerca de un mercado. Todo el tiempo que está metida dentro no me está regañando por el peinado, el vestido, lo que como, si miro el móvil, si fumo, si tomo mucho café…

El caso es que yo llegué al hotel de noche, y  la recepcionista del hotel fue súper simpática. No paraba de sonreírme a pesar de que yo llegué medio zombie y casi me subo a la habitación sin hacer checking. Lo único que atiné a decir fue:
- ¿Hay wifi?
- Sí- contestó la sonriente recepcionista. A lo que la drama mamá dijo:
- ¿Tú no habrás venido aquí a trabajar no?
- No mamá, claro que no…- le contesté.

La sonriente Elena me dio la contraseña del wifi. En el ascensor comentamos lo simpatiquísima que era la recepcionista y subimos a descansar.

Bueno, quien dice descansar dice deshacer toda la maleta a la perfección, cosa que jamás hago si viajo sola, y colgarlo en las perchas que mi madre había traído. Sí, porque las perchas de los hoteles nunca son suficientes. En fin, prometo un post sobre las maletas y las drama mamás.

A las 10 de la mañana del día siguiente, me desperté sobresaltada porque no llegaba al desayuno. Corrí al comedor y allí estaba mi madre charlando con la camarera, no supimos su nombre, pero también sonreía mucho, era muy simpática, y de Burgos, y según mi madre, tenía pinta de limpia, lo que un hotel es muy muy importante.
Total que me puse a revisar mensajes de Facebook, y entonces leí en mi muro:

“Hola nena, soy la recepcionista del hotel en el que estás alojada... Auténtica frase de drama mamá cuando has pedido el wifi y tu madre ha dicho: "pero tú no vendrás a trabajar, no?"  Me encantáis las 2! qué arte!” Elena.

¿Qué tontería pensaréis? Pues no tenéis ni idea, hombre. ¿Cómo va a ser eso una tontería? Es la primera vez que nos reconocen y probablemente sea la única.  Y eso te hace sentirte un poco en casa, un poco querida, y sobre todo, te hace tener una historia que contar.

Cuando por la tarde volvimos a echar la siesta, teníamos unas brochetas de fruta fresca en la habitación y mi madre estaba que no se lo creía:
- Nena, nos han traído fruta porque eres famosa.- y se meaba de la risa.- ¡Tú! ¡Famosa!
- ¿Seguro que es por eso?
- Oye, que yo llevo dos días aquí, y muy majos, muy limpios, pero de fruta nada. Oye nena, ¿te imaginas a la Penélope? Porque si tú que no eres nadie, te ponen algo, y son tan majos, imagínate a la Penélope. Eso tiene que ser una locura- entonces la que se meaba era yo.-  Tenemos que darles las gracias, ¿eh?, que esto es un detallazo. Seguro que esa Elena tiene una drama mamá estupenda.
Recepción Hotel Ataraznas
A mí me hizo mucha ilusión, la verdad, pero a mi madre ni os cuento. De verdad que ya ha contado la historia más de 30 veces. Le hicimos fotos al comentario, y cada vez que estábamos con alguien me hacía enseñárselo. Por no mencionar que contestó la encuesta del hotel, y se lo hemos recomendado a todas las personas, incluso a las que no viajaban a Málaga.

Antes de irnos, Elena, vino con mi segundo libro, se lo dediqué y nos sacamos fotos las tres.  No sé, igual Elena borra esas fotos, igual ella no le ha contado a nadie que nos conocimos, pero nosotras, nosotras siempre tendremos una Elena que nos puso frutas cuando yo fui casi tan famosa como la Penélope.


PD. Por si las dudas, que el mundo del bloguer está muy subvencionado, este no es un post patrocinado. Es mi sincero agradecimiento a cambio de unas frutas frescas, algo de cariño, y una buena historia que contar.

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