Hoy es el cumpleaños de Rossy de Palma y hace 3 años que
murió mi padre. Así de absurda es la vida. Alguien le dice felicidades a Rossy
de Palma en Instagram y que le quiere y en cambio a mí me crece una pena enorme.
Una pena difícil de digerir porque hoy, el día que hace 3 años que murió mi padre,
me he levantado a las 7.30 de la mañana. Estaba casi oscuro y un poco fresco a
pesar de que mis ventanas siguen abiertas y duermo sin edredón. Hoy yo no tenía
más sueño ni menos que ayer. Era un sueño normal.
Me he montado en el coche, con otros 100.000 madrileños más
y la M30 iba llena. Ni más ni menos que otros días. He llegado al trabajo y
desayunado el mismo café de todos los días, frío, cortado con hielo. Y he subido
a mi mesa que estaba como ayer, tan anodina y desordenada como cualquier día de
mi vida. He trabajado: las mismas llamadas, las mismas reuniones, las mismas
voces, las mismas portadas, los mismos reportajes.
He hablado con mi hermana cuando iba a por algo de comer y a
que me diera el aire, un viento todavía cálido en un septiembre que aguanta
como verano. He comido sola un poco a deshora, como tantas veces. Un gazpacho
prefabricado que no estaba mal y algo más. He hablado con alguna compañera
sobre el miedo a volar que tengo y que me sorprendió a los 33 años porque yo
antes no tenía miedo a volar. Chispeaba fuera a pesar del calor.
He vuelto a currar. Alguna charla normal. Lo de siempre. Alguien
que iba a pasar la ITV y alguien que ha dejado de fumar y que sigue con mono. Varias
llamadas, una noticia, varios mails. Me he montado en el coche y he conducido
con otros 100.000 madrileños hacia casa. En la radio han puesto Manowar y una
canción muy dulce que no conocía. He llegado a casa. Me quitado la ropa para
ponerme un vestido morado de punto con un kimono que utilizo para estar tumbada en
el sofá y no llenarme de pelos de gato.
Me he servido una copa de vino, he cogido el ipad y he
puesto algo de música, la lista de reproducción que oigo desde hace un mes. He
abierto Instagram y he visto que hoy es el cumpleaños de Rossy de Palma. Hoy 16
de septiembre, el día más triste de todos mis calendarios, es su cumpleaños. Y
me he puesto a llorar desconsolada, con angustia, porque yo solo triste no sé
estar.
Porque mientras me arropaba hoy a las 7.30 e intentaba no
levantarme recordaba que he estado soñando toda la noche con mi padre, mi padre
muy enfermo. Y mientras iba en la M30 enfadada con el tráfico pensaba en que a
él siempre le encantó su trabajo, y eso le hizo muy feliz a lo largo de su vida. Y me he tomado el
café recordando que era 16 de septiembre un día de mierda. He trabajado toda la
mañana imaginando cómo estarían mi madre y mi hermana que habrían ido al
cementerio. Si mi madre estaría llorando mucho. Y me han tocado las narices como nunca todas las
estupideces de mi alrededor: los enfados por cosas que no importan, las
discusiones, los territorios, los lugares comunes… Esas cosas que son tan normales
todos los días también en mí. Y he comido sola porque no
tenía muchas ganas de hablar y quería charlar con mi hermana pero no hemos
conseguido decirnos nada porque íbamos a romper a llorar y había que seguir.
Así que me he tomado un gazpacho prefabricado y me he
acordado de que a mi padre le encantaba
el de mi madre y he intentado ser simpática y disimular mi pena mientras hablábamos del miedo
volar, algo que a mi padre le aterraba y a mí me hacía gracia de pequeña ver
que a tu padre, al mío, le daba miedo una cosa, una sola cosa que le hacía
vulnerable y humano a mis ojos. Y resulta que a los 33 se lo heredé para
sorpresa mía. Y he seguido
trabajando mientras hablaban de dejar de fumar y yo no podía evitar pensar que
él no sabía que yo iba a dejar de fumar alguna vez. Y que le hubiera encantado,
y a mí tanto poder contárselo.
Luego he vuelto en el coche y mientras sonaba Manowar me he
sentido molesta de que todo fuera tan jodidamente normal hasta el tiempo
apacible de finales de septiembre, la música de fondo y el cumpleaños de Rossy
de Palma también.
Yo que necesitaba hoy
una tormenta apoteósica, los mil vientos, una tempestad, algo que lo parara
todo, algo que me dejara espacio, tiempo, silencio. Algo que me asegurara que
hoy no es un jodido día normal porque no lo es. Para nada, aunque os lo haya
parecido, hoy es un día mierda, porque es 16 de septiembre, y a las nueve y cuarto de la noche, hace 3 años que murió mi padre.